Vol.2 Nro.38 (2017) abril–junio págs.[66-77] http://atenas.mes.edu.cu

La educación escolarizada en Matanzas durante la Guerra de los Diez Años (1868-1878)

The schooling system in Matanzas during of the Cuban ten-year war of Independence (1868-1878)

Tipo de colaboración: Ensayo

Milagros Padrón Ramos 1
milagros.padron@umcc.cu
Rosa Secada Cárdenas 2
rosa.secada@umcc.cu
Jorge Luis Fernández Gutiérrez 3
luis.fernandez@umcc.cu

RESUMEN:

El conocimiento de la historia local es un objetivo priorizado de la asignatura Historia de Cuba. Se considera necesario establecer precisiones conceptuales para su tratamiento en el proceso de enseñanza aprendizaje de la formación profesional pedagógica. El estudio de la educación escolarizada en Matanzas durante el siglo XIX y el legado de sus maestros e instituciones contribuyen a esta formación profesional. Es necesario tener en cuenta las especificidades de cada carrera para la selección de los conocimientos. El objetivo de este artículo es: argumentar que, pese a la represión española durante las gestas independentistas, los matanceros mantuvieron la educación escolarizada.

ABSTRACT:

One of the main objectives of the subject Cuban History is the knowledge of the local history. It is necessary to define concepts for its approach in the teaching learning process for the professional pedagogical education. The thorough study of the XIX century schooled education in Matanzas and the legacy of its teachers and institutions deeply contribute to this professional development. Nonetheless, it is very important to take into account the different majors for the selection of the topics to be taught. The authors´ main goal is to give arguments of how the people of Matanzas, despite the Spanish repression during the wars of independence, maintained the schooled education.

Palabras clave: Historia local, proceso de enseñanza - aprendizaje, educación escolarizada, maestros y formación profesional pedagógica.

Keywords: Local history, teaching learning process, schooled education, teachers, professional pedagogical education.

INTRODUCCIÓN

La asignatura Historia de Cuba es priorizada en todos los niveles educacionales y uno de sus objetivos de estudio es la enseñanza de la historia local. En este sentido es importante resaltar que:

La educación de la cultura histórica en las nuevas generaciones de cubanos alcanza trascendental importancia, al favorecer desde el encuentro con el pasado el conocimiento de todo lo que ha realizado el hombre en determinadas condiciones geográficas, históricas, sociales y económicas en las que se ha desarrollado, que han condicionado el surgimiento y desarrollo de ideas políticas, filosóficas, éticas, estéticas e ideológicas. (Pestana, et al., 2014, p.135)

En la formación profesional pedagógica resulta fundamental conocer cómo fue el desarrollo de la educación en el país en cada etapa histórica y de manera particular lo ocurrido en su localidad. Lo acontecido con la educación matancera escolarizada durante el desarrollo de la Guerra de los Diez Años, como parte de la historia local constituye, sin lugar a dudas, un acicate para la formación integral y cultural de estos estudiantes, al conocer cómo eran las características de la educación, las escuelas, planes de estudio, la labor de los maestros y el legado que dejaron a las futuras generaciones en ese período de lucha en el que los colonialistas españoles trataron por todos los medios de obstaculizarla por la influencia que representaba en el pensamiento político y sobre todo por fomentar el patriotismo y el independentismo, por lo cual desarrollaron la represión en diferentes formas contra maestros y estudiantes, pero no pudieron detener su avance y fueron notables los esfuerzos por lograrlo.

Se considera como historia local los hechos, procesos, personalidades y todo lo concerniente a la vida económica, social y cultural de determinado territorio, desde el pasado más remoto hasta la actualidad en estrecha relación con el acontecer histórico nacional, que lo identifican y diferencian con este, y que en dependencia de su trascendencia alcanzan o no dimensión nacional. (Padrón, 2011, p. 30)

En ese mismo sentido, como educación escolarizada se identifica:

El proceso consciente, organizado, dirigido y sistémico, sobre la base de una concepción pedagógica determinada, que se plantea como objetivo más general la formación multilateral y armónica del educando para que actúe en correspondencia a la sociedad en que vive y contribuya a su desarrollo y perfeccionamiento. (Zilberstein & Silvestre, 1997, p. 29).

En este orden de ideas se asume como educación matancera escolarizada:

El estudio de los hechos, personalidades, instituciones, aportes y particularidades concernientes a la educación matancera escolarizada como proceso consciente, organizado, dirigido y sistémico, sustentado en una concepción pedagógica establecida, en estrecha relación con el acontecer educativo nacional, que la identifican y diferencian de este y cuyo objetivo general era la formación del educando en ese momento histórico concreto. (Padrón, 2011, p. 47)

El objetivo de este ensayo se dirige a develar los aspectos esenciales de la educación escolarizada matancera durante la Guerra de los Diez Años, a pesar de la represión española.

DESARROLLO

El estallido independentista del 10 de octubre de 1868, iniciado por Carlos Manuel de Céspedes en su ingenio Demajagua, en Manzanillo, Oriente (hoy Provincia Granma) dio inicio a la Guerra de los Diez Años y con ella a la Revolución Cubana. Según expresó Fidel Castro “Pocos pueblos en el mundo fueron capaces o tuvieron la posibilidad de afrontar sacrificios tan grandes, tan increíblemente duros, como los sacrificios que soportó el pueblo cubano durante aquellos diez años de lucha” (s/f, p. 47). Este acontecimiento repercutió en la educación escolarizada cubana y en particular en la matancera y se realizaron esfuerzos extraordinarios para mantenerla en esas difíciles condiciones.

Durante esta guerra las autoridades coloniales españolas desarrollaron una ofensiva reaccionaria contra la educación, los maestros y los estudiantes cubanos. Según afirmaba Lersundi y Ornachea (1817-1874), Capitán General de la Isla de Cuba entre 1867 y 1869 “La enseñanza pública desde la universidad hasta la última escuela de aldea, está convertida en una conspiración constante contra la unidad nacional.” (Portuondo, 1973, p. 95). De ahí la orden de represión y persecución contra todos los que de una forma u otra contribuían a su desarrollo.

El gobierno colonial trató de controlar la educación escolarizada acorde con sus intereses, para lo cual utilizó diversas vías entre las que se destacan la organización escolar y la aplicación de métodos represivos.

Domingo Dulce y Garay, quien sucediera en 1869 como Capitán General de la Isla de Cuba a Francisco Lersundi, circuló una instrucción secreta en la cual instruía a los jefes de operaciones militares españolas a fusilar inmediatamente a cuantos aparecieran culpables de “traición a la Madre Patria” y en particular a los que “tuvieran una carrera literaria”, (Dollero, 1919, p. 99) entre estos se hallaban los maestros.

Las autoridades españolas aprobaron un nuevo Plan de Estudios en 1868, en el cual se consignaban las asignaturas de Lectura, Escritura, Principios de Aritmética y de Gramática, Historia Sagrada, Doctrina Cristiana, Ortografía y Elementos de Comercio e Industria e instituía una jerarquización para el profesorado.

La respuesta revolucionaria de los cubanos ante esta política fue la Ley de Instrucción Pública decretada en plena manigua por la Cámara de Representantes de la República de Cuba en Armas el 31 de agosto de 1869. Esta ley fue elaborada por Rafael Morales y González (Moralitos) (1845-1872) y dentro de sus propósitos se incluyó la impartición de clases de Historia de Cuba (Chávez, 1996, p.37). Este patriota dio clases en campamentos, fundó una escuela y elaboró una Cartilla para alfabetizar, en 1872 escribió la Cartilla Cubana de Lectura, que tiene un gran valor didáctico, fundó el periódico La Estrella Solitaria y murió en la Sierra Maestra a consecuencias de un balazo recibido, que lo había inutilizado de sus funciones.

En cuanto al territorio matancero resulta de especial importancia la fundación el 1º de julio de 1868 del colegio “El Porvenir”, por Antonio Luis Moreno Cabrera (1843-1906) y Nicanor González (1844-1897) ubicado en el barrio Pueblo Nuevo (Hoy es la Escuela Primaria “Antonio Luis Moreno Cabrera”). Este colegio fundado meses antes del estallido de la guerra, se convirtió en uno de los mejores de la ciudad de Matanzas en esos momentos. Era un establecimiento de Educación Primaria Elemental en el que eran admitidos estudiantes internos y externos, los cuales se dividían en tres secciones a cargo de los profesores: Ignacio María de Acosta, Nicanor González y Antonio Luis Moreno, respectivamente. (AHP Fondo: Escuelas. Legajo 14 Nro. 387)

Esta institución docente sobresalió por su excelencia pedagógica y por la formación en sus aulas de destacadas personalidades de la cultura y la ciencia matancera que alcanzaron renombre nacional e internacional como Bonifacio Byrne y Puñales (1861-1936) y Carlos de la Torre y Huerta (1858-1950), el primero conocido como “el Poeta de la Bandera” y el segundo como “el más universal de los malacólogos cubanos”. En sus aulas se enfatizó en la formación de sentimientos patrióticos y un ejemplo de ello es el hecho de que muchos de sus estudiantes se incorporaron a la Guerra de 1895-1898 y alcanzaron grados militares como los coroneles Eliseo Cartaya, Pedro Acevedo Villamil, Emilio Ávalos y los capitanes José Padrines y Rafael García, este último fue maestro de El Porvenir, había sido criado por Antonio Luis Moreno y murió combatiendo en la guerra. (Verrier, 2006)

Después de iniciada la guerra, en Matanzas, el 7 de agosto de 1869 se efectuó un Cabildo en el cual se abordaron los problemas relacionados con la instrucción pública, tales como la creación de escuelas en barrios rurales y de casas adecuadas para realizar estas funciones, la habilitación de plazas de ayudantes por cada 50 niños y la adquisición de mobiliario escolar.

En septiembre de ese mismo año se acordó para los barrios de Matanzas, Versalles y Pueblo Nuevo, el establecimiento de escuelas de adultos y que a los profesores del campo con más de 20 alumnos se les garantizaran 250 pesos para impartir clases nocturnas. Existía ya una escuela en este horario llamada “San Pedro”.

“Matanzas fue considerada como una región independentista, lo cual motivó una fuerte represión española que alcanzó niveles inimaginables, que comprendió órdenes de fusilamientos, confiscaciones, deportaciones y encarcelamientos” (IHC, 2015, p.115). Entre otros acontecimientos y en el orden educacional se destacan, la clausura el 9 de noviembre de 1869 del colegio “La Empresa”, que según las autoridades españolas era “nido de laborantismo e insurrección” y porque la mayoría de sus alumnos no merecían “la confianza respecto a ideas políticas y la voz pública los designa como desafectos al gobierno.” (González, 1989, p. 75)

Este colegio había sido creado en febrero de 1840 por un grupo de familias que suscribieron acciones de 100 pesos cada una para constituir un colegio que reuniera los mejores requisitos en cuanto a la calidad de la enseñanza y evitar el envío de sus hijos a estudiar a la capital.

El centro contó con un selecto profesorado en varias materias, tanto de primeras letras como de estudios secundarios. Fueron profesores destacados de este colegio, Emilio Blanchet, Guillermo Scheweyer y José del Monte y lo dirigieron en sus primeros años el escritor y novelista José Antonio Echeverría Ferruzola, José Miranda y después el matancero Eusebio Guiteras Font al que le sucedió su hermano Antonio. La labor organizativa y didáctica educativa desarrollada por los hermanos Guiteras hizo que el colegio se situara en los primeros lugares entre sus similares, valorado por el destacado pedagogo José de la Luz y Caballero como uno de los mejores de España y sus dominios. Contó con los mejores gabinetes de Física, Química, Geodesia, Mineralogía y Geología, toda una novedad para la época, a su vez que el empleo del método explicativo basado en el razonamiento y la asimilación consciente por parte de los estudiantes constituyó un notable aporte.

Se caracterizó por el pensamiento transformador y revolucionario de su claustro de profesores, convirtiéndose en una formidable fragua de espíritu patriótico y renovador, lo cual se demuestra en la incorporación de muchos de sus antiguos estudiantes a la gesta independentista. Entre ellos se destacaron: Luis Victoriano Betancourt, quien vino a Cuba en la expedición del Galvanic e impartió clases en las escuelas mambisas para alfabetizar, Eleuterio Lamar Varela (Tello) y José Ramón Guiteras Gener, que fueron fusilados por sus actividades independentistas, el 24 de diciembre y el 12 de junio de 1869, respectivamente (Martínez & Jiménez, 2015) y Pedro Betancourt Dávalos (1858-1933), quien llegó a alcanzar el grado de Mayor General del Ejército Libertador en la Guerra de 1895-1898.

A lo anteriormente expresado se añade como antecedente de su cierre, lo acaecido en la noche del nueve de enero de 1869 con los profesores de ese centro Manuel de la Vega y Rafael Oliva al atravesar la Plaza de Armas matancera (Hoy Parque de La Libertad). Manuel de la Vega miró hacia la estatua del Rey Fernando VII ubicada en el centro de esa plaza y se mofó de ella, lo cual fue observado por un voluntario español, quien de manera inmediata le disparó, ocasionándole la muerte y además hirió a Rafael Oliva. El entierro de este profesor se convirtió en una manifestación política del pueblo matancero en las puertas del cementerio de la ciudad. (Ruiz, 1995)

La actitud patriótica de la mayoría de los estudiantes y profesores que pasaron por ese centro de estudio motivaron a José Martí a afirmar, al referirse a la labor educativa de Eusebio Guiteras que, en él “ayudó a criar tan buena juventud.” (Martí, 1975, p. 271).

No obstante, la situación reinante en Matanzas por el desarrollo de la guerra, entre los años 1869 y 1870, se abrieron colegios y escuelas públicas. El Instituto de Segunda Enseñanza continuó sus labores con 17 profesores y unos 300 estudiantes, aproximadamente 150 de cada enseñanza, de los cuales una tercera parte procedían del clausurado colegio “La Empresa”. En esos momentos estaba ubicado en la esquina de las actuales calles Milanés y Zaragoza y su director era el Licenciado Gabriel Touceda Díaz. Estas razones permitieron al escritor Adolfo Dollero afirmar que entre 1869 y 1870 “no eran tan detestables las condiciones de la instrucción pública en Matanzas, si se consideran como eran la época y los recursos del país y de los ayuntamientos en general” y añadió “la población escolar en el año 1870 superaba el porcentaje normal y los planteles de instrucción eran muchos y buenas sus condiciones en relación con la época.” (Dollero, 1919, p. 73)

Ángel Escoto Hernández y Ramón Fernández Bárcena, antiguos profesores del colegio “La Empresa”, fundaron en esos mismos años los colegios “Los Normales” y “La Unión”, de Primera y Segunda Enseñanza, respectivamente, en todos estos años no dejaron de fundarse escuelas, aunque no todas pudieran tener las mejores condiciones lo que demuestra el interés de los matanceros por mantener la educación escolarizada.

Avanzada la guerra, el 25 de agosto de 1871 las autoridades españolas dictaron una reforma de los estudios de enseñanza secundaria que trajo como consecuencia la clausura de los Institutos de Segunda Enseñanza de Puerto Príncipe, Santiago de Cuba y Matanzas, al considerarse la presencia de una cantidad significativa de hombres cultos en sus claustros y el predominio de las ideas del laborantismo. El Instituto de Segunda Enseñanza matancero se clausuró el 15 de septiembre de ese año, fue declarado como Instituto Central de la Isla el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana.

Ese mismo año el entonces Capitán General Blas Villate y de las Heras, Conde de Valmaseda, promulgó una reforma de la Instrucción Pública conocida como la Reforma de Valmaseda, donde según él, para corregir los defectos de la instrucción pública los institutos de segunda enseñanza clausurados debían ser suplidos por los colegios de Jesuitas y Escolapios. Esta disposición constituyó un retroceso respecto al nivel científico y pedagógico alcanzado por la segunda enseñanza y es expresión de las ideas retrógradas de las autoridades coloniales puestas en práctica con el propósito de frenar los sentimientos independentistas del pueblo cubano.

Con estos objetivos fue decretada también una reforma al plan de estudios universitario mediante la cual se limitaban los derechos de esa institución para otorgar grados de doctor, pues la Universidad de La Habana se consideró igualmente centro de laborantismo e insurrección (Buenavilla, et al., 1995).

En este contexto no puede obviarse el fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina en 1871 entre los cuales se encontraba el matancero Carlos Verdugo Martínez (1854-1871), que resultó ser el más inocente de todos. Los estudiantes universitarios iniciaron lo que después se convirtió en una tradición durante esa época: no asistir a clases los 27 de noviembre y acudir al cementerio de Colón a visitar la tumba de los mártires universitarios. (De Armas, Torres-Cuevas & Cairo, 1984).

Son apreciables los esfuerzos de los matanceros por mantener la educación escolarizada a pesar del conflicto bélico y de la política represiva española. Fue significativa en este sentido la apertura en 1872, por el Ayuntamiento, de escuelas para niños negros, la inauguración de la Escuela Elemental preparatoria de Segunda Enseñanza por Martín Muro y de la escuela para niños Nuestra Señora de Covadonga dirigida por Francisca de Cárdenas y Tió.

En este sentido se observan también otros esfuerzos como los de Ángel de Escoto y Baudilio Piqué quienes en 1875 fundaron el colegio de Primera y Segunda Enseñanza “San Francisco de Asís” y los de Esteban de Cárdenas Rodríguez en 1876 que se encargó del colegio “San Miguel”, instaurado por su padre y de Benito Carballo Pons e Isidoro Arnau quienes dirigieron el colegio de Instrucción Primaria Elemental “San Isidro”.

A finales de esta década, la pérdida de la unidad en las filas revolucionarias, motivada por factores de índole económico, social, políticos y militares, conllevó a la capitulación del Zanjón el 10 de febrero de 1878 entre el Comité del Centro y el capitán general español Arsenio Martínez Campos. Antonio Maceo el 15 de marzo protagonizó la histórica Protesta de Baraguá, en representación de los cubanos en pie de lucha que no admitían la paz sin independencia y sin la abolición de la esclavitud, de manera intransigente no aceptó claudicar ante el enemigo, lo cual demuestra la continuidad de la lucha, pero, las condiciones no favorables en las fuerzas cubanas y los españoles que no querían responder al fuego, hicieron que en el mes de mayo se llegara al fin definitivo de la contienda bélica.

Las medidas represivas de las autoridades españolas unidas al estado adverso en que se encontraba la economía producto de la guerra, no favorecieron el normal desenvolvimiento de la educación, sobre todo por el cierre y abandono de escuelas, tanto públicas como privadas, muchos maestros fueron a la guerra, otros perseguidos, fusilados y encarcelados, o desplazados por maestros españoles. Los colonialistas españoles la emprendieron en general contra los intelectuales cubanos que profesaban el independentismo.

En el territorio matancero, aunque no se desarrolló directamente la guerra, solo algunas acciones militares, estaba latente el sentimiento independentista y muchos de sus hijos se incorporaron a la misma, las autoridades españolas hicieron caer los efectos de su política represiva y atacaron también a sus centros educacionales. Los matanceros mantuvieron la educación escolarizada, muestra de ello fue el surgimiento de nuevas escuelas y la labor destacada de maestros como Eusebio y Antonio Guiteras Font y Antonio Luis Moreno, se amplió la educación escolarizada, expresada en la existencia de instituciones para la Segunda Enseñanza y cursos nocturnos y propiciaron a través de la educación que impartían el amor a la Patria, a la independencia, a la cultura y a las ciencias.

La comprensión por parte de los educadores en formación de la necesidad de estudiar la historia de esta ciencia en Cuba, resulta de vital importancia no solo para el desarrollo de una cultura general integral como máxima aspiración del sistema nacional de enseñanza, sino que permite encontrar los referentes teóricos que sustentan el carácter social de esta actividad en correspondencia con las necesidades e intereses del pueblo. (Pestana, 2008. p.3).

CONCLUSIONES

La historia de la educación matancera escolarizada durante el desarrollo de la Guerra de los Diez Años es una fuente de conocimientos y valores que deben ser transmitidos a las nuevas generaciones. El conocimiento de la historia local tiene una extraordinaria importancia pedagógica, por las potencialidades axiológicas, culturales, estéticas, morales, éticas, cívicas, políticas, ideológicas y de otra índole, que le brinda al profesor.

Los maestros e instituciones matanceras durante la Guerra de los Diez Años contribuyeron a la forja de los valores nacionales y perseveraron en la defensa de su identidad y cultura, pues a pesar de la política colonial represiva, continuaron desarrollando la educación escolarizada y trataron de propiciar por esta vía el amor a la Patria, a la independencia, a la cultura y a las ciencias.

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