INTRODUCCIÓN
Cuba atesora una importante tradición pedagógica que data desde finales del siglo XVIII, y continuó en el siglo XX, hasta las dos primeras décadas del siglo XXI.
Desde finales de los años 90 de la centuria pasada, un grupo de investigadores, dentro de los que resaltan los aportes a las investigaciones en Historia de la Educación de: Rolando Buenavilla Recio (2004), Justo Chávez (1996), Selva Dolores Pérez (2010), entre otros, ha tenido a bien el estudio del acervo del pensamiento pedagógico de la pasada centuria, el cual forma parte del patrimonio documental de la nación y que es además heredero del pensamiento electivo cubano del siglo XIX. A través de disímiles resultados entre los que se destacan: Ideas acerca de la misión del maestro en la obra educativa de Raúl Ferrer: su contribución a la educación cubana (Fernández, 2004), La concepción de la educación en la obra de José Martí. (Escribano, 2006),La filosofía de la educación en el pensamiento educativo de Ramiro Guerra Sánchez (Pestana, 2007), El autodidactismo en la concepción de la educación de José Martí (Martínez, 2008), La concepción de la educación en la obra de Medardo Vitier Guanche (Balceiro, 2009), La filosofía de la educación en el pensamiento de Fidel Castro (1945-1981) (Aldama, 2009), La obra político-educativa de Julio Antonio Mella (De la Torre, 2011), El pensamiento pedagógico de Juan Marinello (Palmarola, 2012), se ha logrado conformar los fundamentos teórico-metodológicos que sustentan las investigaciones de figuras representativas del pensamiento educativo cubano dentro de la historia de la educación.
Sin embargo, aún resulta insuficiente la realización de estudios teóricos sobre el desarrollo histórico de la pedagogía en Cuba y en particular de algunas de sus figuras representativas. Lo anterior es mucho más evidente cuando se trata de investigaciones sobre la educación en el período de la primera ocupación militar norteamericana (1899-1902) y la República Burguesa (1902-1958).
En tal sentido Torres – Cuevas (2002) ha expresado: “Aún estamos en deuda con el magisterio cubano de aquellos tiempos, con aquellos profesores de origen humilde que predicaban con su ejemplo una dignidad moral y un patriotismo llevados a la práctica.” (p. 23)
De ahí la necesidad de estudiar y reconocer a todos los intelectuales que han estado implicados en la labor de formación del ciudadano al que aspira el país.
Estos criterios, invitan a la reflexión en cuanto a la necesidad de abordar el estudio de personalidades como componente de las investigaciones relacionadas con la historia de la pedagogía en Cuba, con énfasis en el siglo XX el cual ha sido menos estudiado, en aras de priorizar este tipo de investigaciones histórico-pedagógicas y la preservación del legado educativo cubano.
Una de las personalidades que contribuyó a la formación intelectual y patriótica en Cuba desde el aula y el ejemplo personal durante el siglo XX, fue el profesor, directivo e investigador Fernando Portuondo (1903-1975). Este autor publicó el libro de texto Historia de Cuba (1941) y además Estudios de Historia de Cuba (1973), entre otras obras.
La historiadora Olga Cabrera, una de sus colaboradoras más cercanas señala que “Fernando Portuondo fue un destacado profesor e investigador apasionado, que no tuvo el reconocimiento que merecía” (2016, p.3).
Este artículo forma parte de una investigación doctoral en curso, que aspira a sistematizar la obra histórico-pedagógica de Fernando Portuondo del Prado para determinar su contribución a la educación cubana y su significación actual como parte del pensamiento educativo nacional. Su objetivo es revelar la contribución de la referida obra a la educación cubana, por lo que se han aplicado diferentes métodos de investigación propios de la investigación educativa como el histórico-lógico, el inductivo-deductivo y el analítico-sintético, así como los de la investigación histórico-educativa, como el fichado bibliográfico, la crítica de las fuentes, entre otros, lo que permitió obtener una caracterización de los aspectos más significativos de esta obra histórico-pedagógica, como resultado parcial de una investigación doctoral en curso.
DESARROLLO
En Cuba durante el período de la República Burguesa (1902-1958), se destacaron en el contexto educativo importantes personalidades que dieron lo mejor de sí en aras de la formación de la identidad y la salvaguarda de la nacionalidad, quienes empuñaron las armas de la instrucción y la educación en aras de la defensa de las más genuinas tradiciones heroicas y de su historia, ellos heredaron y continuaron el legado de educadores de la talla de: José A. Caballero, Félix Varela, José de la Luz y Caballero, y José Martí. Tal es el caso de Fernando Portuondo, quien pertenece a la pléyade de maestros cubanos que no se dejaron penetrar por los intereses norteamericanos y continuaron aplicando en sus aulas, el ideario pedagógico autóctono, del siglo anterior.
Este historiador no fue un hombre ni ajeno, ni indiferente al tiempo que le correspondió vivir, ni a las condiciones histórico-concretas de la sociedad, lo expuesto se fundamenta además con lo expresado por Zanetti (2014)“Estamos condicionados por el tiempo vivido y por las experiencias adquiridas en una sociedad organizada sobre pautas temporales, pero somos también constructores del tiempo, tanto al aceptar los valores temporales impuestos como cuando optamos por proyectar futuros distintos”. (p. 19-20).
Por más de cuarenta años desarrolló su labor educativa en diferentes contextos, desde el ejercicio como maestro de escuela primaria, como inspector de escuelas en las antiguas provincias de Oriente y La Habana, y posteriormente en Pinar del Río. Además, fue profesor y director de la Escuela Normal para Maestros de La Habana, del Instituto de Segunda Enseñanza de La Víbora, y profesor universitario.
Su obra es rica en trabajos de investigación, tales como :Un episodio vulgar que aclara un suceso histórico: El primer presentado de la Revolución de 1868 (1948) Independencia y anexión en las conspiraciones de 1848-1849 (1950), Martí y la educación (1953), Para un capítulo de la historia de la cultura en Cuba: María Luisa Dolz y la educación de la mujer (1955), escribió artículos, entre los que se destacan: Joaquín de Agüero y sus compañeros de Camagüey (1951), La enseñanza secundaria en los primeros cincuenta años de república(1954), Papeles sobre Cuba (1960), Martí, y sus amigos Cecilio Acosta y Enrique José Varona(1973), impartió conferencias, entre las que se citan: La Sociedad Económica de Amigos del País y los primeros pasos de la educación pública en Cuba(1954), Biografía de la Revista de Cuba (1965), Aguayo: el hombre, el escritor, el activista pedagógico(1966), La cultura entre los mambises del 68 (1968),La revolución universitaria de los años veinte. Mella y el Primer Congreso Nacional de Estudiantes (Evocación personal) (1971). Ofreció charlas sobre Antonio Maceo, hombre representativo (1950), en el programa radial de la Asociación de Antiguos Alumnos del Seminario Martiano, Raíces de la Guerra del 95(1960), De la colonia a la colonia. La gran recurva de nuestra historia (1960), la primera de ellas, para la estación CMZ y el resto en el Programa Televisivo Ciclos de Televisión Revolución.
Mención especial merecen las ponencias presentadas en los diferentes Congresos Nacionales de Historia, con énfasis particular en El tiempo y el programa de Historia de Cuba en los institutos (1943), Para una historia de Cuba mejor (1953), Silverio del Prado (1956), entre otros.
Lo expuesto anteriormente, permite considerar como obra histórico-pedagógica de Fernando Portuondo el proceso de producción intelectual y profesional en favor de la Historia de Cuba, expresada en una teoría y práctica sustentada en la investigación histórica y el ejercicio de la docencia, como ejes centrales para sus aportes como investigador y profesor (Rodríguez, 2016, p.3).
Como parte de su obra histórico-pedagógica, Fernando Portuondo tuvo una vasta producción teórica de interés para la Historia de la Educación en Cuba y en particular para la didáctica de la historia, unida a una sistemática labor práctica como maestro, desde el ejercicio de diferentes cargos públicos y como profesor de notoria influencia en la educación.Sin embargo, en la actualidad se puede comprobar que generalmente no todos los profesores de Historia conocen cuál fue la labor realizada por este Doctor en Pedagogía y en Filosofía y Letras, y cuál es la contribución e importancia que tuvo su obra para el desarrollo de esta ciencia y su enseñanza en Cuba.
El análisis de la bibliografía tanto activa como pasiva de y sobre Fernando Portuondo, permite profundizar, comprender y defender la existencia de una sólida, coherente y sistemática obra histórico-pedagógica, expresada en investigaciones, artículos y estudios realizados por diferentes intelectuales Cabrera (1982), López (1973), Mesa (1980), Portuondo Pichardo (2000), Zanetti (2005), Salas (2008), Santos (2010), Almodóvar (2010), Rodríguez (2012) quienes han contribuido a esclarecer diferentes aristas de la referida obra. En tal sentido el estudio y análisis crítico de la misma permite agrupar estos estudios en tres grandes direcciones: la primera de ellos de carácter biográfico abordado por Olga Cabrera (1982), quien proporcionó una panorámica general, la más profunda entre las diversas fuentes consultadas hasta el momento, de su descendencia de estirpe patriótica, de su quehacer magisterial desde su época como estudiante de la Escuela Normal para Maestros de Santiago de Cuba, su quehacer en favor de la educación y la enseñanza de la Historia de Cuba durante la República Burguesa hasta las primeras décadas del triunfo revolucionario, lo cual resultó útil para tener una visión integradora de su vida y desempeño profesoral.
Una segunda dirección en la que se encuentran trabajos de Aida Mesa (1980), Matilde Salas (2008), y Mercedes Santos Moray (2010), quienes se refieren a cualidades que distinguieron a Fernando Portuondo del Prado en el ejercicio de su labor. Además, Fernando Portuondo Pichardo (2000) en el prólogo a la edición del texto Historia de Cuba, brinda una semblanza de su labor profesoral, con una enumeración de sus acciones en favor de la educación y la enseñanza de la historia y su valía.
Sobresale en la tercera dirección los elementos de carácter historiográfico: Francisco López Segrera (1973), quien destaca el valor del texto Estudios de Historia de Cuba. También Carmen Almodóvar (2010), quien ofrece un análisis historiográfico crítico del texto Historia de Cuba (1941), al revelar los aspectos menos abordados por el autor en esta obra y destaca su producción como investigador en sentido general. Igualmente, autores como Oscar Zanetti (2005) y José Antonio Rodríguez (2012) (se refieren a su libro Historia de Cuba), al destacar el primero además sus cualidades como texto, pero apenas en unos párrafos, mientras que el segundo realiza un análisis más profundo de la textografía del referido libro al abordar la enseñanza de la Historia de Cuba durante la República Burguesa.
Lo antes expuesto, permite considerar que la obra histórico-pedagógica de Fernando Portuondo es el resultado de un proceso que se desarrolló en el tiempo a partir de circunstancias histórico concretas puntuales y que se distingue por el sustento teórico e histórico investigativo, que posee en vínculo directo con el ejercicio de la actividad docente en aras de transformar la enseñanza de la Historia de Cuba.
Desde su obra histórico-pedagógica y el ejercicio de la labor educativa, contribuyó a la educación cívico-patriótica de más de tres generaciones de cubanos. A través de la misma, se enriqueció desde el punto de vista curricular la enseñanza de la Historia de Cuba con sus reflexiones, valoraciones, críticas sobre la necesidad de darle más espacio a la enseñanza de la asignatura en los Institutos de Segunda Enseñanza, como autor de un texto escolar que ha sido objeto de estudio desde el punto de vista historiográfico y didáctico, por la producción de artículos caracterizados por un estilo asequible y de gran cultura histórica, donde se evidencia la riqueza de fuentes primarias consultadas por el autor. Además, durante toda la vida fue un educador ejemplar reconocido por sus estudiantes y contemporáneos.
El estudio y análisis de la obra histórico -pedagógica de este doctor en Pedagogía y en Filosofía y Letras, evidencia la existencia de cuatro importantes facetas como: profesor, investigador, directivo y autor de un libro de texto para la enseñanza de la Historia de Cuba. En cada una de ellas sobresale su formación pedagógica, didáctica, la consulta y estudio de fuentes primarias del conocimiento histórico, el vínculo entre ciencia histórica y la enseñanza de la historia como asignatura, su vasta cultura y su amor por la historia patria.
El legado de su obra histórico-pedagógica transciende el escenario de las aulas de la Escuela Normal para Maestros de La Habana (1928-1933), del Instituto de Segunda Enseñanza de La Víbora (1939 -1963), de la Universidad de La Habana (1955-1962), de la Escuela de Historia (1962-1966), o del Instituto Pedagógico Enrique José Varona (1966-1967), para llegar al pueblo a través de la Universidad del Aire en su segunda época, entre los años 1951-1952 y 1954-1955, del Programa Televisivo Ciclos de Televisión Revolución en 1960, numerosas conferencias, charlas y otras disímiles actividades centradas fundamentalmente entre los años 40 y la séptima década del pasado siglo.
Su colaboración en órganos de prensa tales como: El Fígaro, Cuba, Bohemia, Islas, la Revista del Instituto de Segunda Enseñanza de La Víbora, Cuadernos de Historia Habanera, los Cuadernos de la Universidad del Aire, Universidad de La Habana, el periódico Granma, entre otros, avalan como características singulares de su obra histórico-pedagógica, los valores que fomenta a través de la misma, donde sobresalen la identidad y el patriotismo, el estudio de personalidades históricas, la contribución a la historiografía, su carácter documental y la rigurosidad en la investigación histórica.
Una cuestión importante en el estilo de la obra histórico-pedagógica de Portuondo y como resultante de su investigación histórica, es la introducción de datos que logran articular magistralmente en el análisis histórico de forma atrayente, al recalcar los momentos que influyen en la formación del hecho histórico o en el estudio de una personalidad, para una vez llegado el momento cumbre, el lector conozca su trayectoria y comprenda el porqué del hecho o la actuación de la misma. Este recurso didáctico-narrativo permite un mayor acercamiento a la época en la cual ocurrió el hecho o donde vivió la personalidad histórica que se estudia, igualmente se hace necesario destacar la concatenación dialéctica que establece a través de su obra entre lo general, lo particular y lo singular rectorado por el análisis histórico-lógico.
La historiadora Mildred de la Torre, refiere que:
Fernando Portuondo fue un maestro por excelencia, además de un gran investigador, lo define su condición de pedagogo (…) tenía una visión anecdótica, (…) de gran valor para su época. Nos enseñó a nosotros a sentir la historia desde dentro, desde el mundo espiritual, en sus relaciones humanas interpersonales, (…) aportó una idea, un método diferente de explicar la historia, muy minucioso (2016, p.3).
Mención especial merece lo que para muchos investigadores constituye lo más importante dentro de su obra escrita, el libro de texto Historia de Cuba, publicado en 1942 por vez primera y que cuenta con nueve ediciones. Emilio Roig, expresaría que es “uno de los mejores textos de Historia de Cuba editados.” (Roig, 1955, p.1). Al publicarse una nueva edición en el año 1952, el texto fue proclamado por la Sociedad Cubana de Estudios Históricos Internacionales como “la mejor Historia de Cuba que había visto la luz en el Cincuentenario de la República, en la cual figuraban todas las revalorizaciones llevadas a cabo por los Congresos Nacionales de Historia” (Roig, 1955, p.1).
Oscar Zanetti (2005) plantea que “es Fernando Portuondo, autor del mejor texto de enseñanza de Historia de Cuba escrito en el siglo XX (…), esta obra constituye una excelente evidencia de la medida en que el esfuerzo renovador estaba transformando el discurso histórico nacional” (p.40). Y más adelante expresa “Portuondo trasciende el enfoque tradicional por su manifiesto espíritu nacionalista, refrenado en el linde con el antiimperialismo, algo comprensible por tratarse de una obra concebida como texto para la enseñanza oficial (2005, p.40).
Lo anterior corrobora lo acotado por Alarcón (2014):
Es de anotar que el texto escolar, como todo libro, constituye un artefacto cultural; es decir, una construcción cultural como resultado de un contexto socio histórico determinado. En la práctica hay que abordarlo no solo como un documento que nos brinda información sino también como un producto cultural que nos muestra los imaginarios y las representaciones de distinto orden presentes en los espacios y tiempos donde tuvo su origen (p.20).
Se reconoce desde diferentes miradas y lecturas la valía del texto Historia de Cuba, por el acervo cultural de su contenido, el cual se considera avanzado para su época, su reflejo de las condiciones socio históricas del período en el cual fue escrito, así como su valiosa iconografía, la utilización de fuentes primarias, entre otros elementos.
Para Torres-Cuevas (2001) “este libro, amorosamente patriótico, sirvió para que generaciones de cubanos aprendiéramos a amar y a sentir a Cuba” (p.1).
Almodóvar (2010), por su parte, resalta que entre los numerosos textos que se editan entre 1920-1958:
Sobresale la Historia de Cuba de Fernando Portuondo del Prado, reeditado múltiples veces, en el orden metodológico no ha sido aún superado. En cuanto a la referida Guerra [Hispano Cubano Norteamericana], el autor sólo la aborda en apretada síntesis, este esbozo desprovisto del rigor académico observado en el resto del libro, “empaña” la calidad de este valioso texto escrito para la Enseñanza Media (p.234).
El análisis crítico de estos elementos evidencia la existencia en el texto de elementos positivos y otros menos logrados, en relación de manera particular a la extensión y tratamiento de los contenidos que evidentemente respondían a un enunciado curricular y a un plan de estudios oficialmente establecido para los Institutos de Segunda Enseñanza.
Lo anterior ratifica que la importancia del texto escolar como objeto histórico va más allá de la idea de considerarlo solamente como facilitador de la labor educativa o como herramienta pedagógica. También se convierte en un artefacto ideológico y cultural. Su estudio nos acerca a la mentalidad de una época, a las prácticas sociales y los métodos de enseñanza utilizados en la escuela, al mismo tiempo nos aproximan al conocimiento y análisis del currículo y las prácticas educativas, por cuanto hacen parte de un tiempo y espacio determinado, y no se les puede estudiar de manera aislada y descontextualizados de su momento histórico (Alarcón, 2014, p.21).
Se considera que el referido texto forma parte del patrimonio histórico-educativo de la nación cubana, al constituir fuente imprescindible del contenido histórico y de la enseñanza de la historia, además de ser depositario de la memoria individual y colectiva que contiene en sus páginas ya que forma parte del acervo de la historia de los textos escolares del país como componente de la historia de la educación, y su aporte a la formación ciudadana del pueblo, aspecto este aún poco estudiado.
La obra histórico-pedagógica de Fernando Portuondo constituye un referente documental de obligada consulta para el conocimiento de la historia de la educación cubana durante la República Burguesa, con énfasis en la situación de los Institutos de Segunda Enseñanza y de manera particular en lo concerniente a la enseñanza de la historia, es además un estudio crítico-analítico de la misma.
Desde el punto de vista investigativo se destaca su vínculo coherente con la ciencia histórica y la historiografía surgida bajo la influencia de la renovación de los estudios históricos iniciada por Ramiro Guerra, Fernando Ortiz y Emilio Roig, este profesor- investigador puso al descubierto errores tradicionalmente admitidos en el contexto historiográfico, por ejemplo la demostración de que la fecha de inicio de la conquista de Cuba no fue 1511, como se había sostenido por otros historiadores, sino que ocurrió en 1510, el esclarecimiento de que el Puerto de Palmas lugar del desembarco de Diego Velázquez, no se ubicaba en la costa norte, sino en la costa sur en la bahía de Guantánamo; y aclara la ruta seguida en el proceso de conquista, tanto por tierra como por mar, lo expuesto aparece en el trabajo Tres temas en torno a la Conquista de Cuba(1947), además precisó el lugar primigenio de asentamiento de Trinidad, una de las siete primeras villas fundadas por los españoles en ponencia presentada en el Tercer Congreso Nacional de Historia titulada El primitivo asiento de Trinidad (1944), entre otros elementos. La compilación documental que realiza para cada una de sus investigaciones queda expuesta en su obra escrita.
Otros aspectos que caracterizan la obra histórico-educativa de Fernando Portuondo del Prado, son la articulación de la enseñanza de la historia de Cuba con la investigación a través de la consulta de fuentes documentales, la concepción curricular de la asignatura para los Institutos de Segunda Enseñanza, la combinación de lo probatorio con lo emocional a través del contenido histórico, al recurrir a lo anecdótico, lo cual aporta un método diferente de explicar la historia, el ofrecimiento de una visión integral, holística y multifactorial de la historia desde lo económico, social, político y cultural, en vinculación con los acontecimientos internacionales y nacionales al sistema de conocimientos de la asignatura, la defensa de la enseñanza de la historia como vía para el conocimiento del pasado por parte de las diferentes generaciones de cubanos.
El estudio y análisis de la obra histórico-pedagógica de Fernando Portuondo, permite defender el criterio de que al utilizar fundamentalmente la historia como hilo conductor de la misma, esta constituye un importante agente transmisor de las tradiciones patrióticas del pueblo cubano, con énfasis en la colonia, y a través de su accionar durante su vida.
CONCLUSIONES
Fernando Portuondo del Prado contribuyó a través de su obra histórico–pedagógica al conocimiento de la historia de la educación y de manera particular a la enseñanza de la historia en los Institutos de Segunda Enseñanza durante la República Burguesa, al analizar y criticar la situación existente en el país en el contexto educativo. Este aspecto constituye un referente metodológico para las investigaciones histórico–pedagógicas que estudian este período.
La obra histórica–pedagógica de Fernando Portuondo del Prado, caracterizada por la heterogeneidad de temas que abordó con énfasis en el período colonial, se sustenta en un minucioso estudio de fuentes documentales que aportan a la cultura histórica de la nación cubana desde una perspectiva nacionalista, identificada con la corriente de renovación de estudios historiográficos.
Su contribución a la enseñanza de la Historia de Cuba se realiza desde aspectos teóricos y metodológicos. Entre ellos se identifican: el establecimiento de los nexos indisolubles y sistemáticos entre la ciencia histórica y la asignatura; el esclarecimiento desde el punto de vista historiográfico de determinadas inexactitudes históricas; la transformación por la vía curricular de la enseñanza de la historia en los Institutos de Segunda Enseñanza y la elaboración de un texto de Historia de Cuba, que a pesar de algunas limitantes propias del contexto histórico en que vivió su autor, se distingue por su concepción didáctica, valores que contiene, así como la riqueza iconográfica.
Su principal contribución estuvo en demostrar que la enseñanza de la Historia de Cuba necesitaba transformarse en aras de la forja de la identidad y de los valores patrios de las diferentes generaciones de cubanos. Tales criterios, permiten sostener que la contribución de Fernando Portuondo del Prado a la enseñanza de la Historia de Cuba forma parte del patrimonio histórico–educativo nacional.
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