INTRODUCCIÓN
La enseñanza de la Historia constituye una prioridad de la política educacional cubana, es un eje fundamental para la formación y desarrollo de la identidad cultural de los ciudadanos (Fornaris, 2009), como disciplina escolar en los diferentes niveles educativos influye marcadamente en la vida social al contribuir a la formación y desarrollo de los valores distintivos de la sociedad cubana. Es interés del estado cubano insistir en desarrollar la cultura histórica que fomente el pensamiento crítico, alejado de la superficialidad y las miradas estereotipadas, que exprese las mejores tradiciones pedagógicas donde el pensamiento martiano es cardinal (Escribano & Oliva, 2015).
En el desempeño de profesores de Historia y otras asignaturas de ciencias sociales, se revela el insuficiente empleo de las fuentes primarias del conocimiento histórico que faciliten la comprensión de hechos, acontecimientos, personalidades y saberes que conforman el patrimonio cultural de la nación; lo que adquiere mayor énfasis en el estudio de la historia local, como parte del programa general de la asignatura y con una limitada sistematicidad didáctica y precisiones metodológicas para su oportuna contribución formativa desde el proceso docente educativo.
El manejo de fuentes primarias en la formación profesional pedagógica de estudiantes de Marxismo-Leninismo e Historia es una recomendación permanente en las formas organizativas de la docencia en esta carrera, el estudio y adecuación del currículo que en los planes de estudio se han realizado, consideran cursos especiales que potencien esas habilidades en su desarrollo profesional, evitando tendencias negativas que conduzcan en su práctica laboral investigativa y en su futuro desempeño profesional a redundar en el excesivo uso de repeticiones esquemáticas y caricaturescas de la realidad histórica alejadas del pensamiento creador, crítico y responsable que aspira formar la escuela cubana. (Martínez, Pestana & Menéndez, 2015).
Las fuentes primarias que se abordan en el trabajo: Diario de Campaña del Teniente Coronel José Eduardo Rosell Malpica y Actas del Registro Civil de una localidad, constituyen ejemplos de documentos históricos de notable trascendencia para la reconstrucción de épocas que el estudiante debe aprehender para desentrañar los complejos y velados procesos que caracterizan periodos históricos y que en numerosas ocasiones son desconocidos o deformados en narraciones escolares de la Historia.
En estos propósitos de la enseñanza de la Historia, la literatura es aliada insustituible, la formación que en esta disciplina reciben los estudiantes favorece un trabajo interdisciplinario (Pestana, 2014) para contribuir de manera eficiente a los objetivos cognitivos y metodológicos propuestos, además, es especialmente significativa para generar emociones, el componente afectivo que convierte la significatividad de los hechos en un recurso identitario que revela sentimientos diversos, personales, que influyen en la formación de la personalidad de los jóvenes estudiantes.
En este ensayo se ofrecen recomendaciones para el empleo en clases de los diarios de campaña, se toma como muestra el escrito por el Teniente Coronel José Eduardo Rosell Malpica caído en combate en la región matancera en 1897.
Ese testimonio de la contienda de1895 a 1898, que José Martí llamara Guerra Necesaria, es considerado por el historiador Benigno Souza ,en las notas introductorias del Diario publicado en 1950, como “álbum precioso de nuestra vida en la manigua” (Rosell, 1950, Volumen I, p.17); en sus páginas se relata desde una visión personal esa gesta, su impronta conduce a reconstruir una imagen de la región matancera en la guerra al ofrecer detalles poco conocidos que estimulan afectos muy sensibles sobre la trascendencia de los actos que el hombre realiza a lo largo de su existencia.
DESARROLLO
Para el conocimiento de la Historia las fuentes primarias son insustituibles, son ellas las que se han elaborado usualmente al mismo tiempo que los acontecimientos que queremos conocer. Llegan a nosotros sin ser transformadas por ninguna persona; es decir, tal y como fueron concebidas en su momento, sin ser sometidas a ninguna modificación posterior.
De las fuentes primarias escritas sobre diferentes gestas, la literatura de campaña, memorias y diarios personales (Picard, 2016), resultan testimonios de interés para conocer épocas y lugares en su devenir contradictorio y multifacético, al decir del historiador Francisco Pérez Guzmán:
Por estos laberintos testimoniales en diarios de campaña, memorias, correspondencia o relatos hay quienes solo vieron espinas o flores. Extremos conducentes a la incomprensión, ignorancia, mixtificación, distorsión, y miopía que imposibilitaran hallar las pequeñas y relativas verdades integrantes del todo (Loynaz, 2001, p. V).
Su estudio siempre representa un reto, pero a la vez un enorme gozo para los amantes de la Historia y para quienes se acerquen a ella, un motivo de curiosidad y de divertimento siempre que provoquemos buscar los aportes de las mismas al enriquecimiento cultural, político, ambiental, incluso en su presentación como episodios del acontecer épico de una generación de la que formaron parte sus antepasados (Limia, 2015).
¿Qué elementos se deben considerar en el estudio de los diarios de campaña?
A continuación, precisamos algunas recomendaciones en forma de procedimientos esenciales que permitan identificar la importancia y el contenido de ese documento histórico (Trepat,1994), esto no constituye una guía para ser respondida de modo irreflexivo, todo lo contrario, son pautas para que el estudiante dialogue con el texto, diálogo en el cual, los pasos a seguir pueden ser los siguientes:
Datos personales de su autor
Precisar sobre hechos y sucesos que aborda: ¿Qué período relata?; ¿Dónde ocurrieron los hechos descritos en el documento?; ¿Qué se dice de ellos?; ¿Qué actitudes reflejan?; Acerca de actividades que relata, precisar si son políticas, sociales, económicas, militares, culturales, religiosas, etc.; ¿Qué referencias anteriores tienes de los hechos descritos en el documento?; ¿Qué contradicciones se aprecian entre los conocimientos que te ofrece el diario y lo que conocías anteriormente?; ¿Qué opiniones tiene el autor del diario de los sucesos que relata?; ¿Qué consecuencias se derivan de los hechos que se relatan?
Sobre las personas incluidas en el diario: ¿A quiénes se refiere?; ¿Qué opiniones emite sobre las mismas?
Sobre instituciones a las que se refiere: ¿Cuáles?, ¿de qué tipo?, ¿qué función tienen?
¿Qué datos interesantes aporta sobre la historia nacional y regional? ¿Cuáles considera los más significativos?
¿Puedes identificar una relación entre los criterios del autor y el lugar que ocupaba en la sociedad y en la contienda?
¿Por qué?
¿Qué emociones avivó en ti la lectura del diario?
A continuación, se aborda la propuesta de estudio de un diario de campaña poco conocido en la enseñanza de la historia matancera. El impacto que su lectura dejó en los autores de esta propuesta, motivó a compartirla con otros docentes, que inspirados en materiales similares puedan usar el patrimonio documental, y en especial los diarios de campaña, en conocer y enseñar el complejo, heroico y contradictorio entramado de las Guerras de Independencia en Cuba.
Aclaraciones sobre el diario de campaña y su autor
El Diario de Campaña de José Eduardo Rosell Malpica, Teniente Coronel del Ejército Libertador y Jefe del Estado Mayor del General Pedro Betancourt, es uno de los documentos más importantes para el estudio de la Guerra de 1895 en Matanzas, especialmente en el sur, donde los protagonistas de esta epopeya, en su mayoría, eran campesinos que no utilizaban el diario como un recurso testimonial.
Los cuadernos depositarios de las íntimas reflexiones de un joven ofrecen un contexto convulso y contradictorio que permite a investigadores, docentes y estudiantes entender el año 1896, comprender la gloria, los reveses, los errores cometidos por jefes y combatientes, los crímenes ejecutados por órdenes de la jefatura hispánica y la evolución ideológica de aquellos protagonistas de la contienda: hacendados, campesinos, intelectuales, que confluían en un mismo escenario de combate.
Benigno Souza expresaría en su prefacio:
El Diario, cuya publicación emprendemos, es interesante por más de un motivo; el primero de todos, por la ecuánime, la alta serenidad de Rosell, jamás descompuesto por la exaltación (...), y cuando analiza las tachas, los vicios o los ridículos gestos de sus compañeros les da las proporciones exactas; ni aumenta ni disminuye (...) Además, fue Rosell el único hacendado, condueño de un gran ingenio que muere con las armas en la mano por independizar a Cuba (Rosell,1950, Vol. II, p.14).
José Eduardo Rosell Malpica, cuyo cadáver reposa en el panteón familiar junto a su amigo, el notable escritor Julián del Casal, pertenecía a la fecunda juventud que Martí identificó en su labor organizativa como “pinos nuevos”. Al morir tenía 27 años, había nacido en La Habana en 1870, hijo de Águeda Malpica, cubana; y, Francisco Rosell de origen catalán, disfrutó en su niñez y juventud de las bondades de ser hijo de propietarios de casas, haciendas y el ingenio Dolores (Perret, 2007, p.317) en el territorio matancero de Bemba (en la actualidad, Jovellanos).
Su educación transcurre en el colegio de Belén y en la Universidad de La Habana, donde en 1891 obtiene certificación en la Facultad de Derecho para concluir los ejercicios del grado en la Universidad Central de Madrid. Ante la necesidad de administrar los bienes familiares por la ausencia del padre, completa estudios de Química en Nueva Orleans, Estados Unidos y al regreso se hace cargo del Ingenio Dolores.
El joven tecnólogo azucarero es amante de la buena poesía y la excelente literatura que disfruta junto a amigos de gran talento, su presencia resulta familiar en la Acera del Louvre, junto al Hotel Inglaterra, en Ciudad de la Habana, allí conoce a mambises del 68 como Manuel Sanguily, al escritor Manuel de la Cruz y, se fragua su gran amistad con Julián del Casal. En las tertulias habaneras está al tanto de la realidad cubana con profundidad y desarrolla su conciencia patriótica y humanista, ese fue el inicio de la identificación de su compromiso y responsabilidad con Cuba que de forma tan original se plasma en su Diario de Campaña, publicado en 1950 por la Academia de la Historia de Cuba en el rescate documental que emprendió esta institución con la iniciativa de importantes historiadores liderados por Emilio Roig de Leuchsenring.
El Diario se inicia el 19 de agosto de 1895 cuando en el vapor Orizaba se dirigía hacia Nueva York y termina el 3 de febrero de 1897 en el Ohito, en los montes de San Agustín un lugar muy cercano a la Ciénaga occidental de Zapata en el extremo sur de la provincia de Matanzas donde cayó heroicamente el joven patriota. Está escrito en 5 cuadernos, manufacturados en los Estados Unidos que deben haber acompañado a su dueño en la preparación de la expedición, en la travesía del vapor Bermuda y después en el largo peregrinar por los campos de Cuba desde la costa norte de Baracoa, frente a la ensenada de Marabí hasta el casi olvidado rincón matancero del Ohíto.
La historia del Diario después de su muerte ronda la leyenda, ocupado en la escena del combate por el Coronel español Tomás Pavía, que lo oculta de sus superiores, no sin antes anotar los datos de interés militar, es entregado por el oficial, días después, a la madre de Rosell: La inmediata muerte de esta, el 24 de febrero de 1897, lleva el Diario (García & Gómez, 2001) a manos de Carmen, su hermana y madrina, que lo conservó por años (murió en 1907) hasta que finalmente lo hizo llegar al General Pedro Betancourt, la familia Betancourt Lamar lo facilita a Benigno Souza para su publicación, lo que fue materializado por la Academia de la Historia en 1950 en dos volúmenes, el primero abarca todo el recorrido en los Estados Unidos luchando por llegar a Cuba y el segundo su participación en la Guerra que su autor bautiza como Impresiones de un soldado.
Sus originales fueron donados por los nietos del General Pedro Betancourt, Noel y Rafael Betancourt Abio, al Museo Provincial Palacio de Junco de Matanzas en 1985 (los 5 cuadernos se conservan actualmente en el Fondo Pedro Betancourt del Museo Provincial Palacio de Junco de Matanzas (García & Gómez, 2001).
El Diario de Campaña de José Eduardo Rosell Malpica, exponente del patrimonio documental matancero.
¿Qué temáticas pueden ser objeto de estudio para los estudiantes mediante la lectura y resúmenes sobre la situación de la Guerra en Matanzas entre 1896 y 1897?
Los apuntes que contiene este Diario facilitan la valoración del desempeño de importantes figuras, entre ellas el Dr. Pedro Estanislao Betancourt Dávalos a quien conoce como conspirador en 1895 y que reseña con fecha:
New York, agosto 28 de 1895:a quien le estoy cogiendo cariño. Es un hombre alto, de unos treinta años, y todo nervio, completamente primitivo, no creo que haya dos casos en el mundo en los cuales se compaginen el saber y la instrucción, el mérito y el talento con todo su desprendimiento e idealidad (Rosell, 1950, Volumen I, p. 24).
Los comentarios que adiciona durante su acompañamiento en la guerra refuerzan esos criterios iniciales de su jefe y gran amigo, que en julio de 1897 ocupó el mando de la 1era División del 5to. Cuerpo del Ejército Libertador cubano.
Da testimonio del lugar que ocupan los medios en la contienda cubana, cuando anota con fecha 3 de marzo de 1896:
Hoy he pasado un mal día; por la mañana el Herald me sacó de mis casillas con un artículo españolísimo, no parece, sino que les han cogido miedo a los españoles…y el Journal trae un artículo larguísimo de Halstead, muy favorable para nosotros y muy imparcial…predice la anexión y confiesa que los muchachos de las mejores familias se han ido para la guerra (...) Él fue quien ha telegrafiado de las barbaridades de Weyler y los asesinatos del Guatao (Rosell,1950, Volumen I, p.177).
En el viaje desde Baracoa a Matanzas describe que conoce a José Maceo en su campamento de la Palizada el 14 de abril de 1896:
Presencié la instrucción dada a la escolta de José Maceo, la han titulado “La Vencedora”, que es la primera fuerza que emplea el General en sus combates. José Maceo la cuida mucho, y al frente de ella se lanza siempre primero a la pelea. Había oído decir que el General era muy feo, y no lo he encontrado tal; es alto y esbelto, su figura es la de un cochero de casa grande, o al menos así me pareció, probablemente por estar afeitado en absoluto; parece hombre refinado, y aseguran que es amable en su trato, aunque de carácter muy violento (Rosell, 1950, Volumen II, p. 36).
El arribo a Camagüey provocó en él admiración y tristeza ante la actitud de ilustres camagüeyanos en la nueva contienda, compara el léxico camagüeyano con el suyo habanero - matancero: “Las palabras usadas en lugar de bobo o simplón son las de faenes o sánacos, a las orejas les llaman guatacas y a las lagunas ramblas”. (Rosell, 1950, Volumen II, p. 47).
Su encuentro con Máximo Gómez en La Reforma le deja una fuerte impresión el 23 de mayo de 1896:
En las dos ocasiones estuvo muy seco conmigo: lo siento, difícilmente se encontrará quien lo admire y venere más que yo. Estuvimos de mala cuando llegamos al campamento, nos encontramos con Lagomasino en el cepo y al Viejo dando órdenes para fusilarlo como intentara fugarse, añadiendo que ya era tiempo de ir limpiando a la Revolución de su basura (Rosell, 1950, Volumen II, p.56).
Al llegar a Matanzas es nombrado Administrador de Hacienda en La Habana y Matanzas y en enero de 1897, Betancourt lo nombra Jefe de su Estado Mayor.
En los cuadernos originales (Fondo Pedro Betancourt, 1985) puede apreciarse que la persecución continua de que es objeto Rosell en el campo de batalla debió incidir en los cambios de la caligrafía que muestran las páginas del Diario, desde la caligrafía hermosa inicial y sus anotaciones extensas, al llegar al territorio matancero se caracteriza por ser modelada con acotaciones breves y en una letra pequeña y agrupada con frecuentes tachaduras, siendo ilegible por momentos, apareciendo algunas notas posteriores del autor dando explicación enriquecida de algunos de sus asuntos. La firmeza y tamaño de las letras en la escritura denotan un carácter definido, firme, con notable belleza literaria, depurada redacción y magnífica ortografía.
El combate más importante de la región matancera, Hato de Jicarita, es analizado con fecha posterior a su realización, el 24 de julio de 1896: se refiere al error del General Lacret Morlot que reta a las tropas españolas embravecidas con la victoria de Cantabria, que le había ocasionado una amonestación del General Maceo y al dejarse guiar por la soberbia llevó al enemigo a la prefectura mambisa violando la preservación de ese lugar, que para las fuerzas patrióticas era incalculable, pues servía de lugar de tránsito para llegar a los hospitales de sangre ubicados en el territorio de la Ciénaga de Zapata, o a los campamentos que en ocasiones y como refugio establecían los mambises yumurinos en esa extensa zona pantanosa, sobre los sucesos ocurridos considera:
Este combate fue una gran victoria para nosotros, pero ¿estamos nosotros, a pesar de las frecuentes expediciones que nos van llegando en estado de emplear tantos tiros en un solo combate? ¿Tuvo verdaderos resultados la pelea (…) aniquilando el refugio más cómodo y seguro que teníamos en la costa sur de Matanzas? Este combate fue indudablemente una gran victoria para nosotros. Las consecuencias se deben al General Lacret; es este un hombre inteligente, de mundo, un gran patriota, pero más efectista que militar, no le faltan ideas, pero carece de planes, no ve sino la cuestión del momento y no los resultados que pueda originar (Rosell, 1950, VII, p. 96).
El autor detalla en su diario cómo los españoles implantaron la política de “tierra arrasada”, que incluía el asesinato de la población civil. Un ejemplo de esta política fue la masacre cometida el 30 de noviembre en Río de Auras, perteneciente al partido de Sabanilla del Encomendador en Matanzas, relata y puntualiza en el Diario el papel desempeñado por guerrilleros (llamados así los grupos de voluntarios y malhechores que España empleaba) en el asedio y asesinato de la población campesina matancera: “Los hombres del inglesito (Alfredo Gould) vienen indignados por los asesinatos que han cometido en Rio de Auras la columna de Bueno, ejecutando más de 30 pacíficos, entre ellos viejos, mujeres y niños” (Rosell,1950, VII, p.136).
Comenta el parte del General Betancourt para enfrentar estos hechos:
El día 2, como a las 12 del día, estaba acampada la caballería en el Carmen de Amorós fue atacada por la columna de Aldea, reforzada con la guerrilla de Sabanilla y Cabezas, a quienes al efecto había hostilizado durante los dos últimos días en las poblaciones donde radicaban sus cuarteles (...). Este ataque fue repelido por los cubanos que enfrentaron el fuerte empuje español, donde tuvieron dos bajas (…) Después continuamos hostilizando a la columna para tratar de elevarla al terreno que habíamos preparado para el combate (Rosell, 1950, Volumen II, p. 137).
Relata el combate que se desarrolla entonces en la loma del Purgatorio, lugar estratégico situado a 20 kilómetros de Matanzas y a menor distancia de Cabezas y Mocha. Betancourt lo había preparado en todos sus detalles, los españoles tuvieron más de 200 bajas, abandonando en el campo de batalla, 14 muertos y 27 heridos, relata Betancourt:
Los muertos españoles quedaron insepultos, y los 14 heridos, con la proximidad de una columna enemiga y nuestra escasez de parque, fueron recogidos a una gruta y allí acomodados y atendidos lo mejor posible, no sin antes haber dirigido una comunicación al Comandante Militar de la Mocha, recomendándole y permitiéndole que enviasen un cuerpo de sanitarios a curar y recoger sus heridos, al mismo tiempo que dar sepultura a sus muertos... Notable diferencia entre la actitud de los cubanos y la que asumieron los españoles con el hospital de Jicarita donde fueron asesinados médico, heridos y enfermos (Rosell, 1950, Volumen II, p.139).
Sus consideraciones sobre los mambises matanceros están contenidas en sus anotaciones, los obstáculos de todo tipo con que tropezaban, combatir contra un número muy superior en hombres y armamentos, en condiciones geográficas complejas donde las posibilidades del ejército español eran muy superiores. Destaca la formación de destacados jefes militares en las filas revolucionarias resaltando: Eduardo García Vigoa, José Álvarez Pérez “El Gallego”, Alfredo Gould “el inglesito”, Rafael Águila, Clemente Dantín, Raimundo Matilde Ortega “Sanguily”, los hermanos Pedro y Guillermo Acevedo, Ernesto de León Castellanos, y por supuesto la personalidad de Pedro Betancourt. Comenta las pruebas que afrontaron en muchas ocasiones, ocultándose en la inhóspita Ciénaga de Zapata, en deterioro de su salud.
La expresión de Rosell al conocer de la muerte de Maceo define su condición de soldado asentada en sus convicciones y principios: “¡Que catástrofe! No encuentro consuelo posible, morir cuando tanta falta nos hacía, cuando ya se acercaba el día del triunfo (…) pero confiemos, todavía nos queda el ideal, el irreductible propósito de morir antes que ceder” (Rosell,1950, Volumen II, p.146).
Relata los sucesos cotidianos del sur matancero y habanero en 1896 y en los primeros meses de 1897: el incendio de cañaverales, los ataques a los pueblos, sabotajes al ferrocarril y el incesante acoso español.
El combate en que pierde la vida el autor del Diario fue el del “Ohito”, prefectura que se encontraba en las inmediaciones del ingenio Cristina, propiedad de Juan Pedro Baró, ocurrido el 3 de febrero de1897, las tropas cubanas eran dirigidas por el General Pedro Betancourt y las tropas españolas estuvieron dirigidas por el Coronel Tomás Pavía. El combate fue encarnizado, entre los 17 mambises muertos estaba el Teniente Coronel José Eduardo Rosell Malpica, jefe del Estado Mayor del General Pedro Betancourt.
Sorprendidos en dicho punto fueron víctimas de la delación de un práctico de la tropa del General Betancourt que entendido de los movimientos de sus compañeros condujo hasta allí la tropa española. Totalmente rodeados solo pudieron escapar por el portillo de la Ciénaga, donde se produjo un combate cuerpo a cuerpo entre mambises y fuerzas españolas. El propio General Betancourt con su escolta, cuyo jefe era el capitán Loreto Escobar, estableció la línea de fuego que protegió la retirada de los que estaban peleando, un derroche de coraje y valentía caracterizó este encuentro en momentos en que Weyler, desesperado por la aplastante derrota del Purgatorio hizo al General Betancourt blanco de sus operaciones.
El 4 de febrero de 1897 son sepultados en el cementerio de Alacranes cuatro de los muertos en el Ohito y asentados como “individuos desconocidos” en el Registro Civil de Alfonso XII con inscripción 63 (Registro Civil Alfonso XII, Alacranes, Defunciones (1897), dos meses después aparece en el citado Registro, con fecha 21 de mayo, el acta de defunción de José Eduardo Rosell Malpica, por mandamiento del Juez Municipal (Ortega, 2001).
Esta declaración se hacía a instancias del hermano de la víctima, quien, informado de la muerte del patriota por el Coronel Pavía, quien entregó los documentos incautados a la madre, entre ellos el diario de campaña, reclamaba que no quedase en el anonimato la muerte del Teniente Coronel. En esa declaración, Nº inscripción 299 se confirmaba: “Que al referido Don José Eduardo Rosell y Malpica se le ocuparon cartas, ropas con iniciales, retratos de sus familiares y objetos, que después de su inhumación justificaron cumplidamente pertenecer a la persona del hermano del postulante” (Registro Civil Alfonso XII, Alacranes (1897). Este suceso muestra un detalle que ocurría con frecuencia en esta guerra. Las autoridades hispanas, empeñadas en borrar lo que ocurría, trataban de sepultar en el silencio los nombres de los bravos cubanos muertos en combate. Tenían todos los elementos para inscribirlos en los Registros Civiles, pero trataban que no quedaran restos de su memoria. Rosell Malpica tuvo mejor suerte por el pundonor de Pavía y la posición social que ocupaba su familia, pero no ocurrió así con el resto de sus compañeros. Esa fue también parte de la saña del régimen opresor.
Decía Rosell Malpica en Frío, un relato que aparece de forma independiente en su Diario:
Los hermanos Agüero, Ignacio Agramonte, Guillermón, Carlos Manuel de Céspedes, y tantos otros que con su muerte han colocado a Cuba a la cabeza de los países que tienen mártires, que han sabido morir por una idea, por su independencia, bien en el cadalso bien en el campo de batalla, son esos hombres víctimas que merecen nuestra admiración, que tienen nuestro respeto, aunque algunos de sus actos son criticables y otros inútiles y aquellos de un tercero osados, conmemorables y otros no lo hubieran inducido directamente a la tumba, sino que cayeron en ella, por ley natural, después de haber cumplido con sus deberes de ciudadanos y patriotas Todo estos merecen que nuestro país los recuerde.
Pero, a más de estos que conoce todo el mundo, cuantos otros no hay tan cívicos, tan insignes patriotas, y hasta no menos heroicos que han caído ignorados, obscurecidos, manos de cruel soldadesca y por orden de soldados criminales y despóticos.
Aquellos, ya no existen, pero sus nombres han sido recogidos por sus compañeros, y tienen sus puestos marcados en nuestra historia; de estos ignorados ni aun quedara el menor recuerdo. El mismo misterio que rodeó su desaparición, el mismo silencio que escoltó su muerte, seguirá extendiéndose sobre su memoria entre la ignorancia de uno y la indiferencia de los más” (Rosell, 1950, Volumen II, p. 168).
Este hombre, preocupado por el destino de los héroes que sería también el suyo, en su prosa, confirmación de su raíz cubanísima, daba testimonio del estoico sacrificio de su generación por el destino de su patria y de sus preocupaciones por el futuro de la gesta libertadora; es también este Diario de campaña evidencia de la heroica resistencia del Ejército Libertador y de su victoria.
El manejo del patrimonio documental es una recomendación permanente a considerar en la formación profesional pedagógica de estudiantes de Marxismo Leninismo e Historia, así como su inclusión en la adecuación del currículo de los nuevos planes de estudio de esta carrera.
De las fuentes primarias escritas, la literatura de campaña, en especial los diarios personales, resultan de gran interés para conocer épocas y lugares en su devenir contradictorio y multifacético y un recurso educativo insustituible en la formación patriótica de las sucesivas generaciones de cubanos. Valdría la pena tener en cuenta lo que el uso de estos materiales históricos proporciona a profesores y estudiantes:
resulta vital que el lector, el estudioso, el interesado en la historia desarrolle una capacidad crítica para que pueda discernir el valor efectivo que tienen las distintas interpretaciones del pasado que se ponen a su alcance. Ésa es a mi juicio, la función capital que una historia realmente activa, comprometida, tendría que cumplir (Zanetti, 2007).
CONCLUSIONES
El Diario de Campaña de José Eduardo Rosell Malpica, Teniente Coronel del Ejército Libertador y Jefe del Estado Mayor del General Pedro Betancourt es uno de los documentos más importantes para el estudio de la Guerra de Independencia en Matanzas, el trabajo con el mismo permite mostrar los procedimientos a emplear con este tipo de fuente primaria.
Sus reflexiones permiten a investigadores, docentes y estudiantes entender los años 1896 y 1897 de la gesta de independencia, comprender la gloria, los reveses, los errores cometidos por jefes y combatientes, los crímenes ejecutados por órdenes de la jefatura hispánica y la evolución ideológica de aquellos protagonistas de la contienda.
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