Vol. 1 Nro. 33 (2016) enero - marzo

Situación de pobreza y desigualdad en México. Una aproximación teórica

Poverty and inequality in Mexico. A theoretical approach

José Félix García Rodríguez 1
jfgr55@hotmail.com
Ignacio Caamal Cauich 2
icaamal82@yahoo.com.mx
Oscar Priego Hernández 3
priegooscarh@hotmail.com

RESUMEN:

La pobreza representa una condición socioeconómica que afecta el bienestar de las personas y sus familias, limitando asíel desarrollo económico de los países. Por su parte, la desigualdad refiere a la forma en que el ingreso de un país se encuentra distribuido entre la población. Pobreza y desigualdad constituyen dos problemas íntimamente entrelazados, cuya trascendencia social, económica, ética y política es tal que su estudio está siempre presente en la agenda y las políticas públicas de los países del mundo.El problema de pobreza y desigualdad no se puede descontextualizar del sistema económico en que se genera y reproduce.

 

Palabras clave: Pobreza, Desigualdad, Ingreso, Neoliberalismo, Políticas Públicas.

ABSTRACT:

Poverty is a condition that affects the socio-economic welfare of individuals and families, limiting the economic development of countries. Meanwhile, inequality refers to how a country's income is distributed among the population. Poverty and inequality are two closely intertwined issues, social transcendence whose political, economic, ethical and is such that its study is always on the agenda and public policies of the countries. The problem of poverty and inequality cannot be decontextualized from the economic system in which it is generated and played.

 

Keywords: Poverty, Inequality, Income, Neoliberalism, Public Policies.

INTRODUCCIÓN

En el contexto de la globalización económica neoliberal, así como de la perspectiva teórica de la modernidad, en los últimos años han tomado impulso el pragmatismo, el individualismo y la búsqueda de la utilidad. Particularmente, la globalización impulsa la apertura económica mundial, la libertad de fronteras y el libre tránsito de capitales, mercancías y personas. Además de ello, impone las leyes del mercado y la búsqueda incesante de la productividad y rentabilidad de las actividades económicas.

Todo ello sin importar que generen estancamiento económico, desempleo, caída de los salarios reales y pérdida de poder adquisitivo, factores causales y condicionantes de la pobreza y desigualdad en el mundo. Aunado a lo anterior, la globalización económica impulsa también la desincorporación del Estado de sus responsabilidades constitucionales, lo que implica en la práctica el desmantelamiento de la función pública dentrode la actividad económica y la reducción al mínimo del otrora “estado de bienestar”. Todo ello ha venido a agravar la situación de pobreza y desigualdad en el plano mundial.

DESARROLLO

Pobreza y desigualdad. Aproximación teórica

Hablar de pobreza y desigualdad es referirse ados problemas socioeconómicos complejos que afectan el bienestar de la población y que comúnmente van de la mano. Su origen es de naturaleza estructural y su conjunción implica riesgos de inestabilidad económica, social y política en los países donde se manifiestan. (Caparrós, 2014).

Pobreza

El estado del arte acerca de la pobreza, sus nociones y corrientes teóricas, según (Gallego, 2010), puede agruparse en tres enfoques:

  1. Pobreza como necesidades básicas insatisfechas
  2. Pobreza como insuficiencia de capacidades y libertades
  3. Pobreza como problema complejo y dinámico

Los dos primeros corresponden a lo que podría denominarse como enfoque estático de la pobreza, en tanto que el tercero correspondería a un enfoque multidimensional y complejo del problema. Esta distinción es relevante, toda vez que el diseño de las políticas públicas instrumentadas para enfrentar el problema está condicionado por el enfoque asumido. Cabe decir que en la actualidad, las políticas públicas contra la pobreza en el plano mundial están guiadas por el enfoque estático, y son contadas las experiencias de políticas aplicadas en base al enfoque dinámico (García, 2014).

La primera corriente teórica, misma que justifica la pobreza en razón de que existen necesidades básicas insatisfechas entre la población, comprende cinco criterios de clasificación y medición del problema:

a) Insuficiencia de ingresos

b) Necesidades básicas insatisfechas

c) Insuficiencia de ingresos junto con necesidades básicas insatisfechas

d) Rezago en las condiciones socioeconómicas de vida

e) Insuficiencia de la política económica y social contra la pobreza

Típicamente, las políticas públicas implementadas en base a estos criterios son las predominantes en el abanico de posibilidades de intervención por parte del Estado, sobresaliendo la clasificación de la pobreza en función del ingreso disponible frente a una línea de bienestar, y la clasificación denominada como multidimensional que considera no solo la insuficiencia de ingresos sino también la presencia de necesidades básicas insatisfechas. Si bien estas políticas públicas permiten establecer alguna compensación a determinados grupos sociales mediante un proceso de focalización, no constituyen una respuesta a la erradicación del problema, y tienden a fomentar y perpetuar la dependencia de los beneficiarios de los recursos monetarios y en especie otorgados a través de dichos programas. (Gallego, 2010).

Por su parte, la corriente que asocia la pobreza a la insuficiencia de capacidades y libertades de las familias y las personas comprende cinco enfoques del problema. (Gallego, 2010, p. 6):

a) Negación de la democracia

b) No correspondencia entre necesidades y satisfactores

c) Falta de bienestar y autonomía

d) Negación de oportunidades de desarrollo

e) No expansión de las capacidades

En contraste con el enfoque de necesidades básicas insatisfechas, este enfoque avanza en el reconocimiento de que además de ello, la pobreza se corresponde también con una insuficiencia en las capacidades básicas del individuo, lo que no le permite integrarse de manera adecuada a la economía y la sociedad en la que subsiste. Entre dichas capacidades básicas se encuentran el poder vivir una vida de manera prolongada en condiciones de salud adecuadas, acceso pleno a la educación así como a otros satisfactores básicos, todos los cuales permitirían al individuo interactuar con toda libertad en la sociedad (Gallego, 2010).

En lo que corresponde al enfoque dinámico, éste parte de la noción de que la pobreza constituye en realidad un problema multidimensional y complejo que no puede ser explicado únicamente en función del ingreso y/o algunos cuantos satisfactores y capacidades del individuo. De esta manera, el problema tiene muchas ramificaciones y bucles, por lo cual no puede ser explicado en base a un enfoque estático. No obstante, el campo de estudio de la pobreza ha estado dominado por la aplicación de enfoques estáticos, mismos que a partir de una línea de bienestar predeterminada bajo el enfoque del ingreso percibido, analizan la evolución de la pobreza en los hogares como una sucesión de cortes transversales. En contraste, los nuevos enfoques dinámicos incorporan al estudio del problema herramientas metodológicas para el análisis de múltiples variables determinantes y condicionantes del problema, así como la dimensión temporal mediante el análisis de datos longitudinales que explican la variación de la pobreza en el tiempo. (García, 2014).

Desigualdad

El análisis de la desigualdad y la redistribución del ingreso siempre ha estado presente en el centro del debate político y económico a escala mundial (Piketty, 2015).La desigualdad alude a la forma en que se distribuye el ingreso de un país entre sus habitantes.Para ello se emplea un indicador conocido como coeficiente de Gini, un parámetro que mide el nivel de desigualdad en la distribución del ingreso en una escala que va de 0 a 1, dependiendo del grado de concentración. De esta manera, un coeficiente de 0 sería indicativo de la inexistencia de desigualdad, en tanto que un parámetro de 1 significaría una total concentración de la riqueza.

Históricamente, el coeficiente de Gini en todos los países del mundo ha observado una tendencia creciente, independientemente de su grado de desarrollo y orientación ideológica. Así por ejemplo, en los últimos 30 años el Gini de China pasó de 0,27 a 0,48, en Brasil se mantiene en 0,50, en Suecia de 0,20 a 0,25, y en Estados Unidos de 0,30 a 0,38. Incluso, el coeficiente a escala mundial (0,70) demuestra una alarmante concentración de la riqueza. Analizado el indicador a nivel de deciles de población, significa que “el 46 por ciento de la riqueza del mundo está en manos del 1 por ciento de sus habitantes, dicho de otra manera: 70 millones de personas acumulan la misma riqueza que los otros 7.000 millones de habitantes” (Caparrós, 2014, p. 349). De esta manera, el sistema capitalista imperante en el mundo conduce inevitablemente a profundas desigualdades derivadas de la concentración del ingreso, dado que históricamente la tasa de rendimiento del capital ha superado con creces la tasa de crecimiento de la producción y del ingreso (Piketty, 2014).

Si bien es cierto que la desigualdad puede contribuir al crecimiento económico, pues quienes normalmente concentran la riqueza son aquellos que más invierten y trabajan en función de los incentivos económicos, grandes disparidades en la distribución del ingreso entre la población puede tornarse en ineficiencia económica, ya que cierran el acceso a la educación, la salud y otros satisfactores básicos, pilares del capital humano y la productividad. Además de ello, una población con limitado poder adquisitivo no contribuye a la formación de un adecuado mercado interno. Por ello, Piketty (2014) plantea que ya es tiempo de que los economistas y los hacedores de políticas públicas reubiquen el tema de la desigualdad en el centro del análisis económico, tal como lo hacían los economistas del siglo XIX. Y es que el asunto de la desigualdad en la distribución del ingreso pasó a segundo término en las prioridades económicas a medida que la visión optimista de la economía impuesta por las conclusiones de Kuznetsapuntaban a un autoequilibrio de la economía y a una disminución de las desigualdades en el largo plazo.

En su renombrada investigación acerca de la desigualdad en la distribución de ingreso, divulgada en su libro “El capital en el siglo XXI”, Piketty llega a importantes conclusiones:

  1. En materia de desigualdad en la distribución del ingreso hay que desconfiar de todo determinismo económico: la historia de la distribución de la riqueza es siempre profundamente política y no podría resumirse en mecanismos puramente económicos.
  2. La dinámica de la distribución de la riqueza pone en juego poderosos mecanismos que empujan alternativamente en el sentido de la convergencia y la divergencia, y no existe ningún proceso natural y espontáneo que permita evitar que las tendencias desestabilizadoras y no igualitarias prevalezcan permanentemente (2014, pág. 36).

Para Piketty, el principal mecanismo de convergencia hacia la reducción de las desigualdades en una sociedad, es la difusión de los conocimientos derivados de la investigación, la ciencia y la tecnología, así como la inversión en la formación de capital humano, es decir el impulso de la capacitación y formación de habilidades. Estos elementos inciden directamente en el aumento de la productividad y la disminución de las desigualdades en la distribución del ingreso al nivel de las familias y los países que adoptan dichas medidas de política económica. La experiencia histórica de países pobres y emergentes así lo indica. Tal es el caso de China y otros países, quienes han adoptado los modos de producción y formación de capital humano de los países ricos, con lo que han logrado incrementar su productividad. El proceso de apertura comercial ayuda en este sentido. Por otra parte, si bien el libre juego de oferta y demanda, así como la movilidad del capital y del trabajo constituyen también elementos que pueden conducir a la reducción de desigualdades, sus resultados suelen ser ambiguos y contradictorios (2014).

Entre las principales fuerzas de divergencia, es decir aquellos elementos que no solo impiden o limitan la disminución de las desigualdades sociales sino que tienden a aumentarla, se encuentran principalmente la falta de inversión en la formación de capital humano y de capacidades y habilidades que impulsen la productividad de los trabajadores. Otro poderoso elemento divergente de la desigualdad es la tendencia hacia una excesiva acumulación y concentración de la riqueza en unas cuantas manos. Asimismo, una economía mundial que no crece y por lo tanto, no genera los empleos necesarios que demanda una mano de obra en crecimiento, y un elevado rendimiento del capital frente al trabajo constituyen el principal obstáculo a la igualdad en la distribución de ingresos en el largo plazo (Piketty, 2014).

Distribución del ingreso

En su investigación, Piketty (2014) plantea de entrada que la distribución de la riqueza constituye en la actualidad uno de los temas más debatidos y controversiales dentro de la economía política contemporánea, y que los debates acerca del tema están más cargados de especulaciones teóricas y prejuicios políticos y sociales que de información y hechos objetivos. El análisis de Piketty sobre la distribución de la riqueza parte de algunas interrogantes entre las que se encuentran:

“¿Acaso la dinámica de la acumulación del capital privado conduce inevitablemente a una concentración cada vez mayor de la riqueza y del poder en unas cuantas manos, como lo creyó Marx en el siglo XIX? ¿Acaso las fuerzas equilibradoras del crecimiento, la competencia y el progreso técnico conducen espontáneamente a una reducción y a una armoniosa estabilización de las desigualdades en las fases avanzadas del desarrollo, como lo pensó Kuznets en el siglo XX?” (2014, p.15).

Cabe mencionar, que el tema de la distribución del ingreso ha sido el centro de análisis desde el momento mismo del surgimiento de la ciencia de la economía política clásica a fines del siglo XVIII, teniendo como marco de referencia la revolución industrial, el éxodo del campo a la ciudad y un descomunal crecimiento demográfico. Dichos sucesos históricos significaron importantes interrogantes y análisis respecto a sus implicaciones en el reparto de la riqueza, la estructura social y el equilibrio de las sociedades europeas (Piketty, 2014).

De esta manera, para Thomas Malthus, importante economista clásico famoso por sus catastróficas previsiones demográficas contenidas en su “Ensayo sobre el principio de población” publicado en 1798, el problema económico central era la sobrepoblación derivada de una alta tasa de natalidad, misma que frente a los escases de la tierra y los medios de producción había provocado el estancamiento de los salarios agrícolas y el incremento de la renta de la tierra en beneficio de sus propietarios, lo que derivaba en la concentración de la renta nacional en sus manos. Además, podría generar catástrofes, hambrunas y por supuesto pobreza extrema; como solución drástica propuso la limitación de la ayuda pública a los pobres y el control estricto de la tasa de natalidad.

Por su parte, David Ricardo, otro de los padres de la economía clásica dedicó también buena parte de sus investigaciones al tema de la distribución de la riqueza. Éste al igual que Marx preveía una tendencia creciente a la concentración de producción y la renta en una clase social. Ricardo, en su famosa obra “Principio de economía política y tributación” publicado en 1817, sustentaba que a largo plazo el precio de la tierra y su renta observaba una tendencia creciente en beneficio de sus propietarios. A partir del postulado de Malthus acerca del crecimiento de la población y la producción, frente a una limitada disponibilidad de tierras cultivables, introduce el principio económico básico de escasez.

Dadas las leyes de oferta y demanda, el proceso debería conducir al incremento en el precio de la tierra y su arrendamiento y con el tiempo a la concentración del grueso del ingreso nacional en manos de los terratenientes. Por esta razón, conduciría lógicamente al desequilibrio social, proponiendo como solución una medida fiscal novedosa: el establecimiento de un impuesto más gravoso sobre la renta del suelo. Si bien, el mecanismo del precio y el libre juego de oferta y demanda como mecanismos de asignación de la riqueza, fundamentos básicos de la economía capitalista suponen la corrección de distorsiones económicas, la realidad histórica demuestra que no bastan para impedir la concentración de la riqueza en unas cuantas manos (Piketty, 2014).

Medio siglo después, en un contexto social y económico distinto al que le tocó vivir a Ricardo, Marx publica el primer tomo de su obra cumbre el Capital, referencia obligada de todo economista. La preocupación de los teóricos como Marx ya no era si la agricultura sería capaz de alimentar a una población creciente y la desigualdad provocada por la concentración del ingreso en manos de los terratenientes, sino más bien comprender la incidencia de la revolución industrial y el sistema capitalista en la sobre explotación de la mano de obra, así como en la generación de pobreza, desigualdad y marginación de grandes masas urbanas emigradas del campo a las ciudades. Todo ello provocó el estancamiento de los salarios por un período prolongado y dio paso a la conformación del proletariado industrial, concepto básico de la tesis marxista. Correspondiente al estancamiento y caída de los salarios se generó un intenso proceso de concentración de la riqueza nacional en manos de los dueños del capital, ya sea a través de beneficios industriales, renta del suelo o rentas urbanas. Como consecuencia de la situación anterior, se gestaron los primeros movimientos comunistas y socialistas.

En el contexto socioeconómico anterior, Marx desarrolla su investigación a partir de dos interrogantes centrales: “¿Para qué sirvió el desarrollo de la industria, para qué sirvieron todas esas innovaciones técnicas…si al cabo de medio siglo de desarrollo industrial la situación de las masas siguió siguiendo igual de miserable? ¿Qué se puede decir de la evolución que tendría semejante sistema a largo plazo?” (Piketty 2014, p. 27). En su célebre “Manifiesto comunista”, publicado en 1848, Marx expone las contradicciones internas del capitalismo, a partir del cual inicia un largo período de estudio para demostrar su tesis, producto del cual en 1867 se publica el primer tomo del Capital, obra que queda inconclusa a su muerte en 1883, pero que es concluida por Engels con la publicación de dos tomos más a partir de sus notas.

Marx, al igual que Ricardo centró su investigación en el análisis de las contradicciones internas del capitalismo y sus consecuencias, marcando distancia de los economistas burgueses para quien el sistema capitalista se autorregulaba gracias al sistema de precios, las leyes de oferta y demanda y el concepto de la mano invisible, postulados en su momento por Adam Smith y Say. De la misma manera, fue más allá de los socialistas utópicos (proudhonianos), a quienes criticó por contentarse únicamente con criticar el estado de las cosas y no plantear un análisis científico de la situación de pobreza imperante y medidas de solución, que en su caso fueron radicales.

De esta manera, partiendo de los principios de escases y aumento del precio del capital propuestos por Ricardo, Marx analizó a profundidad la dinámica del capital, que en un mundo de carácter industrial observaría una tendencia natural a la acumulación absoluta, proponiendo su famosa obra “principio de acumulación infinita”, que en pocas palabras, conduciría irremediablemente a la concentración del capital como proporción del ingreso nacional, y a una situación de equilibrio social y económico inestable, que tarde o temprano llevaría a la rebelión y toma del poder por parte del proletariado. Si bien dicha previsión marxista nunca tuvo lugar debido al potencial del progreso técnico, la innovación tecnológica y el incremento de la productividad, elementos que tienden a equilibrar el proceso de concentración del ingreso, hasta la fecha no han sido capaces de evitar las graves desigualdades sociales y la pobreza imperante en el mundo.

Es imposible referirse a la distribución del ingreso y desigualdad sin mencionar los trabajos de SimonKuznets, quien a diferencia de los presagios apocalípticos de Malthus, Ricardo y Marx, en 1955 inaugura una etapa de optimismo económico. Según él, a largo plazo y en etapas avanzadas de desarrollo del capitalismo la desigualdad en el ingreso observa una tendencia a la disminución, independientemente de las políticas públicas adoptadas y las condiciones específicas de los países. De esta manera, bastaba con esperar y dejar que las leyes de la economía capitalista operen libremente a través de los mecanismos de la mano invisible, el libre mercado y el sistema de precios, popularizándose la expresión: “El crecimiento es una marea ascendente que levanta todos los barcos” (Piketty, 2014, p. 25). El problema es que en la realidad actual ni existe crecimiento económico sostenible ni operan las leyes de mercado según lo establece la teoría. Congruente con la visión económica optimista de Kuznets, Robert Solow postula en 1956 su análisis centrado en una situación de crecimiento económico en la cual todas las variables macroeconómicas (producción, ingresos, beneficios, sueldos.) se alinean en este sentido, situación sistematizada en la conocida expresión: Un sendero de crecimiento equilibrado; así, todos los grupos sociales se verían beneficiados.

La teoría optimista de Kuznets tuvo gran influencia en la economía política mundial cuando menos hasta los años 90´s. Su investigación estaba ampliamente respaldada en su profundo análisis estadístico y fue pionera en el estudio de los ingresos y su distribución en Estados Unidos durante los 35 años que abarca el período 1913-1948. Su análisis se sustentó en las declaraciones de ingresos tomadas del impuesto federal sobre el ingreso impuesto en 1913 y en las estimaciones del ingreso nacional calculadas por Kuznets. De esta manera, constituyó el primer análisis objetivo acerca de la desigualdad en la distribución de ingresos de una sociedad (Piketty, 2014). El principal hallazgo fue una considerable reducción en la desigualdad de ingresos para el período 1913-1948. Dicha conclusión tuvo una gran influencia en la política económica mundial a partir de la posguerra, influencia que abarca hasta nuestros días y que hace que el estado nacional poco intervenga en la actividad económica como mecanismo de compensación social.

Del mismo modo, hasta los años setentas la teoría económica ortodoxa planteaba que una economía en crecimiento impulsaría el desarrollo y el bienestar social, tal como una marea alta hace subir los barcos. De hecho, renombrados economistas teóricos como Robert Lucas, premio nobel de economía, planteaban que una economía vigorosa tenía mejores efectos redistributivos que una política social con dicho propósito. Por ello, Lucas (2003) citado por Caparrós expresó: “de todas las tendencias nocivas para una economía eficaz, la más seductora y venenosa consiste en hacer foco en cuestiones de distribución” (2014, p. 350).

No obstante, la tendencia a la concentración del ingreso en todos los lugares del mundo, junto el incremento en el precio de los alimentos y otros factores de orden socioeconómico y político ha traído como consecuencia pobreza, desigualdad e inestabilidad económica y política en muchos países. En la actualidad, los organismos multinacionales (FMI, BM) se han manifestado al respecto considerando que la desigualdad económica es causa del retraso en el crecimiento económico, de crisis financieras y debilidad en la demanda y formación del mercado interno. Más allá de los simples efectos económicos nocivos, se considera que la desigualdad también tiene serio impacto en las condiciones de salud y educación de la población, limitando de esta manera la formación de capital humano en los países. Asimismo, es fuente de inestabilidad política. El pasado reciente de América Latina, la región más desigual del mundo es muestra fehaciente de ello.

A pesar de la tendencia a la concentración del ingreso en los últimos 30 años y los nocivos efectos económicos y sociales de la desigualdad, muchos países ricos siguen siendo escépticos en este sentido, manteniendo una postura ortodoxa al respecto. No obstante, a partir de la crisis financiera global de 2008, misma que impactó de manera directa la economía de todos los países, tanto a pobres como ricos, hubo un reconocimiento unánime de la necesidad de establecer acciones urgentes de recate y control financiero, y aunque en menor medida, invertir para reducir la pobreza y desigualdad asociada a la crisis.

Para Caparrós (2014), si bien la excesiva concentración del ingreso preocupa a todos los países, frente a la desigualdad lo que se busca no es la igualdad sino evitar los extremos en la distribución, la mesura.

“Como dice una declaración contra la desigualdad de Oxfam: La desigualdad ha sido vinculada a diferentes problemas sociales, incluyendo la violencia, la enfermedad mental, el crimen y la obesidad. Es más: se ha demostrado que la desigualdad no solo es mala para los pobres sino también para los ricos. Las personas más ricas viven más saludables y más felices si viven en sociedades más igualitarias” (p. 355).

Situación de pobreza y desigualdad en México

México vive una preocupante situación de pobreza y desigualdad, problemas socioeconómicos de naturaleza compleja y multidimensional. Su origen obedece a causas estructurales, pero sobre todo alos efectos de la crisis económica del 2008, el ritmo insuficiente del crecimiento económico, el desempleo y la precariedad del trabajo así como la caída del poder adquisitivo de los salarios. Ante ello, ha sido notoria la falta de efectividad de la política económica implementada durante los últimos 30 años, en consonancia con la incorporación del país al modelo económico neoliberal. En México, la realidad de la vida cotidiana revela la severidad y profundidad de la pobreza y desigualdad y las cifras oficiales no hacen más que confirmarla. El problema de pobreza y desigualdad es creciente y persistente con el tiempo, lo que debería constituir una llamada de atención a una acción más decidida por parte del Estado y la sociedad mexicana. Por el lado de la academia y las ciencias sociales, es urgente investigar en torno al diseño y ejecución de nuevos enfoques de política pública contra la pobreza y desigualdad.

Pobreza en México

En México, la pobreza es uno de los problemas estructurales más apremiantes social y económicamente hablando (Levi, 2010). De acuerdo al Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval), una persona se encuentra en situación de pobreza por ingresos cuando su ingreso está por debajo del monto mínimo necesario que le permite satisfacer sus necesidades esenciales, conocido también como línea de bienestar2013). A partir del 2008, México incorpora al estudio de la pobreza el criterio de medición bajo el enfoque multidimensional. Por definición, se considera en pobreza multidimensional a aquella población con ingreso inferior al valor de la línea de bienestar y que observa al menos una carencia social. (Coneval, 2013).

De esta manera, el informe del Coneval (2013) señala que en el año 2012 el 45.5% de la población se encontraba en situación de pobreza multidimensional.Comparativamente, entre 2008-2012 la incidencia de pobreza multidimensional se incrementó casi en un 3%, y la población mexicana en situación de pobreza pasóde 47.2 millones a 53.3 millones de habitantes. Esto es, un incremento cercano al 3%, lo cual es reflejo de la crisis económica del 2008. Por su parte, entre 2010-2012 el porcentaje de pobreza multidimensional disminuyó 0.6% al pasar de 46.1% a 45.5%. Considerando que las personas se encuentran en condición de pobreza extrema cuando tienen tres o más carencias sociales y perciben un ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo (equivalente al costo de la canasta alimentaria básica), entre 2010 y 2012 ésta se redujo del 11.3% a 9.8%.Esto es, una disminución de 13.0 a 11.5 millones de mexicanos. (2013).

Para el mismo período, la población vulnerable por carencia social (aquella que enfrenta al menos una carencia y cuenta con un ingreso superior a la línea de bienestar) pasó de 32.1 a 33.5 millones de mexicanos. Esto es, el porcentaje de vulnerabilidad por carencia social creció del 28.1% al 28.6%. Por su parte, la población vulnerable por ingreso (la que no enfrenta carencias sociales pero su ingreso es inferior a la línea de bienestar) pasó de 6.7 a 7.2 millones de personas. Un incremento del 5.9% al 6.2% del total poblacional. Finalmente, la población no pobre ni vulnerable (la que no enfrenta ninguna carencia social y tiene ingresos superiores a la línea de bienestar, creció de 22.8 a 23.2 millones de mexicanos. (Coneval, 2013).

En la actualidad la situación de pobreza en México sigue siendo creciente y persistente. De esta manera, el reciente reporte Coneval 2015 registra para el año 2014 una incidencia del 46.6% de pobreza multidimensional entre la población mexicana. Comparativamente con la pobreza observada en 2012 (45.5%), ésta repuntó en un 1.5%. Asimismo, entre 2012-2014 la población detectada en situación de pobreza se incrementó en 2 millones de habitantes al pasar de 53.5 a 55.3 millones. Un dato alentador es que en lo que corresponde a pobreza extrema, ésta disminuyó un 3% durante el período de análisis, pasando de 9.8% a 9.5%, reduciéndose la población en dicha situación de 11.5 millones a 11.4 millones de habitantes (Coneval, 2015).

Desigualdad en México

La Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (Enigh), levantada de manera bianual por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), constituye el instrumento estadístico idóneo para el análisis de la situación de desigualdad en México. Como punto de partida, es importante mencionar que de acuerdo a las proyecciones de población del Consejo Nacional de Población (Conapo),México contaba a mediados del 2013 con una población de 117,418,216 habitantes, quienes cohabitaban en 31,559,379 hogares integrados por 3.7 personas en promedio (Conapo, 2013).De acuerdo al reporte de la Enigh correspondiente al 2012, el ingreso promedio trimestral a precios constantes considerando transferencias era de $38,125. Asimismo, entre el período 2010-2012, la desigualdad económica medida a través del coeficiente de concentración del ingreso, conocido también como coeficiente de Gini, observó un repunte del 1.15%, al pasar de un coeficiente del 0.435 en el 2010 a 0.440 en 2012. Vista la desigualdad en un período de mediano plazo, entre los años 2006 al 2012, ésta observa una discreta disminución del 1.12%, pasando el coeficiente de Gini de 0.445 a 0.440 del 2006 al 2012.Un reflejo de la desigualdad en México es la concentración del ingreso en los deciles más altos de la población. Así, la Enigh 2012 muestra también que el ingreso promedio trimestral captado por el decil X ($133,003), es equivalente a 19 veces el que obtiene el decil I ($6,997). Asimismo, el ingreso concentrado en los deciles IX y X ($194,017), representa casi el 51% del ingreso promedio trimestral total ($38,125).

Por otra parte, descontando el efecto de los ingresos por transferencias efectuadas del gobierno e instituciones privadas a las familias, el panorama de la desigualdad en México cambia sustancialmente. Así, para el año 2012 el ingreso promedio trimestral sin transferencias, comparado con el ingreso que sí las incluye se reduce en un 24.5 % al pasar de $38,125 pesos a $30,608. Derivado de ello, el coeficiente de Gini se eleva en un 12.7%, al pasar de 0.440 con transferencias a 0.496 sin éstas. De la misma manera, el decil I que engloba los hogares de más bajos ingresos se ve fuertemente impactado al momento de descontar las transferencias, ya que observan unadisminución en el ingreso del 2.8%, al pasar de $6,997 pesos a $2,439. Asimismo, sin considerar transferencias, el ingreso promedio trimestral del decil X equivale a 47.3 veces del ingreso captado por el decil I, y los deciles IX y X concentran el 82.3 del ingreso promedio total. Todo ello denota el fuerte impacto de las transferencias en la economía familiar, principalmente las derivadas de la política pública asistencialista y de las remesas familiares, sobre todo en los deciles de hogares de más bajos ingresos.

Del análisis de desigualdad derivado del ingreso per cápita promedio trimestral (el ingreso del hogar dividido entre su número de integrantes), se desprenden también hechos relevantes. Así, los datos de la Enigh 2012 muestran un Gini de 0.470, el cual frente al 0.460 prevaleciente en 2010 representa un incremento del 2.2% en la situación desigualdad. Asimismo, en el 2012 el ingreso promedio trimestral per cápita del decil X (39,534 pesos) representó 23 veces el obtenido por el decil I (1,715 pesos).

Como se mencionó con anterioridad, en México es relevante el impacto que tienen las transferencias públicas y privadas en las condiciones de bienestar de la población. De esta manera, del análisis del ingreso promedio trimestral per cápita sin transferencias reportado en la Enigh 2012 se observa un fuerte repunte en las condiciones de desigualdad, pues el Ginicon transferencias (0.470) se eleva a 0.503 una vez descontadas éstas, lo que representa un incremento del 7.0% en la concentración del ingreso. Asimismo, el ingreso promedio trimestral sin transferencias del decil X es 41 veces más alto respecto al obtenido por el decil I.

CONCLUSIONES

De acuerdo a cifras oficiales del Coneval y el Inegi, la pobreza y desigualdad en México aumentaron significativamente a partir de la crisis económica global iniciada en 2008. Ante ello, es necesario investigar las causas más profundas que explican dichos problema y actuar en consecuencia, tanto por parte del Estado como de la sociedad mexicana mediante la instrumentación y puesta en marcha de políticas públicas efectivas. Visto el problema de la pobreza en México, tanto del lado del ingreso como desde la perspectiva multidimensional, así como la situación de desigualdad imperante, es evidente el impacto negativo de la crisis económica mundial, pero también los magros resultados de las políticas públicas instrumentadas, lo que constituye una fuerte llamada de atención a una acción más decidida por parte del Estado y la sociedad mexicana.

En cualquier economía del mundo queda claro que el Estado tiene la importante responsabilidad de hacerse cargo de la provisión de ciertos bienes públicos, en cuyo mercado se presentan externalidades, monopolios naturales y asimetrías de información que afectan en gran medida a la población más pobre y marginada. Dichos bienes son conocidos como bienes meritorios, toda vez que dicha población merece el acceso a los mismos en razón de su dignidad humana y/o de su ciudadanía nacional (Aguilar, 2007).

Entre los bienes meritorios sobresalen el acceso a la alimentación, la salud y la educación, teniendo el Estado la responsabilidad de proveerlos y garantizar el pleno acceso de la población a los mismos. Dicha provisión,de profundo carácter ético y de justicia social, debe ser llevada a cabo mediante la instrumentación de políticas públicas efectivas. Hablar de políticas públicas y de gobernar por políticas públicas, supone decisiones de gobierno que incorporan la opinión, la participación y la corresponsabilidad de los gobernados, en su calidad de ciudadanos electores y contribuyentes.

En síntesis, México ha experimentado durante las últimas décadas una persistente desigualdad producto del estancamiento económico, la minusvalía del poder adquisitivo de los salarios, el desempleo y la prevalencia de la pobreza en más de la mitad de la población. Ello no obstante ser la decimocuarta economía del mundo. En palabras de Esquivel (2015), la desigualdad en la distribución de los ingresos provoca que en un país rico sigan persistiendo millones de pobres.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Coneval (2013). Informe de pobreza multidimensional en México, 2012. México: Coneval.

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