Vol. 4 Nro. 20 (2012)

UN LUGAR PARA EL TALLER DE TEATRO EN LA EDUCACIÓN INTEGRAL DE LOS ESCOLARES CUBANOS.

A PLACE FOR THEATHER WORKSHOP IN THE INTEGRATED CUBAN EDUCATION

Wilfredo Ricardo Mesa Ortega1

RESUMEN:

Se argumenta la importancia educativa del taller de teatro en la escuela primaria cubana, a partir de una amplia sistematización de lo planteado por diversos autores y de las vivencias e investigaciones del autor en su labor como formador de instructores de arte. Dicho taller artístico de por sí integrador, cuando es gestionado según una concepción de educación artística teatral escolar lúdico-desarrolladora, se convierte en un excelente espacio de educación integral y especialmente para la formación de preadolescentes activos y reflexivos (en 5to y 6to grados), por lo que no debe faltar en los proyectos educativos de las escuelas.

Palabras claves: Taller de teatro, escuela primaria cubana, instructores de arte, educación artística teatral escolar lúdico-desarrolladora, preadolescentes activos y reflexivos

ABSTRACT:

This paper argues the educative importance of the theater workshop in Cuban elementary schools, departing from an ample systematization of what several authors have stated on the topic, and out of the experience and research results of the author as a trainer of art instructors. Such artistic workshop, integrative as it is, if conceived and managed from a conception of a playful-developmental school theater artistic education, and aiming at personality growing, becomes an excellent context for an all-around formation, and especially for the formation of active and reflexive preadolescents (5th and 6th grades). Because of all this, the paper defends that educative projects in elementary schools should include this kind of workshops.

Keywords: theater workshop, Cuban elementary school, art instructors, playful-developmental school theater artistic education, active and reflexive pre-adolescents

INTRODUCCIÓN

A partir del curso 2004/2005 en la educación primaria cubana se estableció que los instructores de teatro egresados de las nuevas Escuelas de Instructores de Artes dirijan un taller de apreciación/creación de teatro en sexto grado, (Hernández, R., 2005, p. 127-134).locual constituyó una novedad pues este lenguaje artístico no había sido un objeto de estudio curricular independiente y masivo en el sistema educacional básico cubano.

Si bien es cierto que el arte teatral con fines educativos estuvo presente en Cuba desde antes de establecerse la escuela como institución social dedicada a educar, las experiencias al respecto fueron poco sistematizadas y escasamente socializadas. Por lo general, en ellas se consideraba al teatro solo como herramienta pedagógica y no como un lenguaje artístico poseedor de contenidos y sensibilidades que configuran un saber concreto; que preserva su individualidad aún cuando establece conexiones con otros espacios que reflejan la realidad, asimila otros lenguajes del arte y se subordina o utiliza otras áreas de la comunicación.

Este taller de teatro en sexto grado puede ser de gran repercusión formativa integral para los alumnos, pues “necesitan espacios para que puedan expresar, en correspondencia con su nivel actual de desarrollo, sus necesidades, opiniones y reflexiones, y participar en el proceso de su propia formación” (Cárdenas, N.,2005, p. 24), ya que se encuentran mayoritariamente, en el momento evolutivo de sus adolescencias tempranas y dicho taller artístico brinda amplias oportunidades para ser aprovechado como uno de estos espacios, caracterizado por el acercamiento vivencial, en el contexto del grupo escolar cotidiano y con la ayuda de un arte-educador, a las esencias del integrador lenguaje artístico del teatro.

DESARROLLO

Aprehender la realidad con la ayuda del teatro constituye un acontecimiento vivenciado y no la transmisión de una información sobre lo que es teatro. Cuando se plasma en algún soporte material (video cinta, fotos, grabación radiofónica, CD-ROM, críticas artísticas) ya no es sino lo que fue, por tal motivo, su fuerza educativa proviene de las vivencias en la actividad, donde alumnos y arte-educadores teatrales se educan juntos, en su interacción humana. Tal como se aprecia, el quehacer teatral es un taller de manera natural, como en los tiempos medievales donde el maestro y los aprendices construían sus saberes simultáneamente, forjando sus obras y forjándose juntos en la práctica.

La función educativa integral es consustancial al estudio práctico del lenguaje teatral en forma de taller ya que,

“por naturaleza, el teatro es un quehacer basado en la cooperación, la escucha atenta del compañero, el espacio compartido, la negociación de ideas, la autonomía en la imaginación y la conciencia de ser necesario ya que, cada uno es importante no porque haga el rol protagónico, sino porque hace bien lo que le toca hacer, lo cual, aunque sea mínimo, podría desbaratar toda la obra si no estuviera bien hecho (Trozzo, E. ,2002)

Esta peculiaridad de las actividades teatrales las hacen portadoras de condiciones indispensables para que las acciones externas que en ellas se realizan y la comunicación que promueven, contribuyan a potenciar el desarrollo humano integral de los alumnos, tal como se concibe en la teoría histórico-cultural del desarrollo humano de raíz vigotskiana, utilizada como sustento teórico de los procesos de enseñanza-aprendizaje y de socialización/individualización que deben verificarse en las escuelas cubanas.

El taller de teatro convenientemente gestionado, puede ser un espacio idóneo para que los alumnos descubran y ejerciten sus recursos de expresión y comunicación teatral: la voz, el poder expresivo de la palabra hablada, el cuerpo y sus movimientos en el espacio, la gestualidad corporal y facial. Al movilizar estos recursos divertidamente y tener que hacer algo con ellos (actuar) se ven en la necesidad de desarrollar una técnica muy espontánea y personal para improvisar, desfuncionalizar objetos, ponerse de acuerdo, estar atentos y prestos a cooperar, criticar y hacer propuestas o visualizar intenciones.

También ejercitan el uso de recursos de otras artes al resolver las necesidades del maquillaje, el vestuario, la música, los sonidos (a veces las luces) y descubren que el teatro es integrador, colectivo y de factura artesanal, donde intervienen: directores, dramaturgos, actores, escenógrafos, productores, maquilladores y técnicos, así como los espectadores; quienes disfrutan, perciben, valoran y se nutren espiritualmente de sus resultados.

Esta iniciación de los alumnos en el conocimiento de la esencia social, interactiva y cooperativa del teatro, los prepara para disfrutarlo cultamente y asumir una posición crítica, reflexiva y estéticamente educada frente a las actividades teatrales a que asistan en la comunidad; perciban indirectamente por la TV u otros medios audiovisuales y a las que ellos mismos produzcan colectivamente, sin más pretensiones que las de percatarse en la práctica cotidiana de su grupo escolar de que: “la creación no existe únicamente donde se crean grandes obras históricas, sino también donde quiera que el hombre imagine, combine, transforme y cree algo nuevo, por pequeño que sea en comparación con la obra de los genios” ( Vigostky Y. L. ,1989, p. 123).

La acertada dirección pedagógica del taller especificado contribuye de forma inmediata al desarrollo de una cultura teatral básica en los alumnos[6], pero lo trascendental consiste en el desarrollo de sus capacidades estético-teatrales, mediante las cuales se impulsa el crecimiento de otros aspectos de la cultura general integral entre los cuales se destacan los siguientes:

  • Las acciones de exploración teatral elevan la sensorialidad y los saberes acerca del referente sociocultural del que deben apropiarse los alumnos, al propiciarles un contacto más consciente con el entorno donde viven, lo cual los prepara para decodificar y leer los datos que ofrece la realidad, reconstruirlos internamente de modo personal y comunicarlos en su medio social, a través de los recursos expresivos del lenguaje teatral.

  • Las acciones de creación teatral, concebidas aquí como autoexpresión, promueven en los alumnos el desarrollo de la imaginación, la autenticidad y el autorreconocimiento de capacidades para elaborar nuevos productos con los datos que le ofrece la realidad y según el prisma de su mundo interior en construcción, el cual sigue creciendo con el fomento de la creatividad. Este proceso (cognitivo–afectivo-volitivo) de producir para expresar teatralmente, les exige planificar las acciones, trabajar en cooperación y colaboración, responsabilizarse críticamente con los resultados e ir adquiriendo una adecuada autoestima.

  • Las acciones de apreciación teatral, tanto las referidas a los más simples ejercicios lúdico-teatrales en encuentros del taller, como las efectuadas al percibir una obra de teatro de adultos dedicada a los alumnos, promueven la formación de actitudes críticas inteligentes y fundamentadas, necesarias para que se alejen de posturas pasivas, conformistas y consumistas, poco enriquecedoras de su espiritualidad. • La práctica sistemática y combinada de acciones de exploración, creación/expresión y apreciación teatral favorece en los alumnos, el desarrollo de valores estéticos al concederles la oportunidad de configurar las representaciones de lo socialmente concebido como bello, bueno y humano en su medio sociocultural y ensancharles las posibilidades de emocionarse positivamente frente a lo que es estéticamente valioso; momento necesario para admirarlo y llegar a amarlo, al mismo tiempo que se arraiga el rechazo educado a lo considerado chabacano, de mal gusto, incorrecto, carente de originalidad y de sentido humanista.

Las contribuciones potenciales del taller de teatro al desarrollo de la cultura general integral de los alumnos, se convierten en posibilidades reales cuando es dirigido desde una concepción de educación artística teatral escolar lúdico-desarrolladora, que ha tenido sus experiencias más fehacientes en talleres con niños fuera del contexto escolar, pero con una clara intención formativa.

Esta concepción parte de reconocer la existencia objetiva de una cultura infantil, entendida como sistema de relaciones sociales que acogen y respaldan al mundo infantil y específicamente al niño y la niña, como hecho autónomo y nunca como reflejo de dominación y manipulación de los adultos a los infantes, cuya comprensión cabal implica admitir un arte de los niños diferente del arte de los adultos; hecho por niños y para los niños; lo cual permite valorar la práctica teatral escolar no solo con fines artísticos, sino para la formación y el desarrollo integral de la personalidad de los alumnos.

Es importante aclarar que reconocer la cultura infantil no niega la necesidad de educar a los niños a través de la acción rectora de los adultos, lo que niega es considerar la educación como imitación y sumisión en vez de diálogo permanente para la formación de un ser sensible, íntegro y transformador, que alcanza su adultez a través de una convivencia participativa y cuestionadora, tal como sucede bajo la concepción de educación artística teatral infantil tradicionalista o de la representación, donde el niño es manipulado como un ser inferior, sin autonomía ni derechos, la cual es obsoleta pero actuante en el contexto sociocultural iberoamericano, por tal motivo resulta provechoso caracterizarlas comparadamente:

  • Bajo la concepción de la educación artística teatral escolar lúdico-desarrolladora se privilegia el “proceso” de formación de los niños y no un “resultado” de puesta en escena, mientras que según la concepción de la educación artística teatral escolar tradicionalista o de la representación, se valida el trabajo con el resultado de una puesta en escena o la representación ante un público.

  • Bajo la concepción de la educación artística teatral escolar lúdico-desarrolladora se privilegia el juego como método principal, con el fin de desarrollar la expresividad, la creatividad y la formación integral del niño, mientras que según la concepción de la educación artística teatral escolar tradicionalista o de la representación, se genera un proceso semejante al que sigue la formación de un actor adulto.

  • Bajo la concepción de la educación artística teatral escolar lúdico-desarrolladora los niños accionan por sus ganas de jugar y relacionarse con sus compañeros, apoyados y orientados por los arte-educadores, mientras que según la concepción de la educación artística teatral escolar tradicionalista o de la representación, por lo general se parte de una obra escrita y acabada que se debe memorizar y respetar, porque el adulto considera que es importante.

  • Bajo la concepción de la educación artística teatral escolar lúdico-desarrolladora las situaciones recreadas son imaginadas por el grupo de niños, aunque el arte-educador les sugiere buscar las más productivas. El rol de este es desempeñarse como un coordinador del grupo. En tanto, según la concepción de la educación artística teatral escolar tradicionalista o de la representación, las situaciones teatralizadas son creadas por el profesor o director, las cuales muchas veces son modelos adultos que se pide a los niños que repitan.

  • Bajo la concepción de la educación artística teatral escolar lúdico-desarrolladora, los niños juegan y en este proceso lúdico descubren los elementos fundamentales del teatro sin pretender realizar un espectáculo teatral, sino propiciar la liberación corporal, cognoscitiva y emotiva del niño para promover su desarrollo integral; mientras que según la concepción de la educación artística teatral escolar tradicionalista, los niños son sometidos a situaciones de trabajo de adultos, con intensos de ensayos, memorizaciones, repetición de movimientos, tensiones nerviosas y miedo a equivocarse.

El análisis de diversos estudios sobre cómo organizar el trabajo educativo en la escuela básica cubana[9], desde la concepción psicopedagógica histórico-cultural, permite apreciar que mayoritariamente reconocen “la necesidad de usar formas de organización y métodos de educación y enseñanza basados en la actividad conjunta de alumnos y maestros, en correspondencia con el nivel que estén cursando, las características de la edad; así como las condiciones histórico-concretas de la sociedad en que viven y se desarrollan” (Báxter E.,2002, p. 1–13).

El taller teatral especificado es muy pertinente para satisfacer la necesidad apuntada, pues en él pueden converger respuestas concretas a los requerimientos generales planteados para las actividades encaminadas a la educación integral de los alumnos, sin que pierda su singularidad artística creativa. Entre dichas respuestas están las siguientes:

  • Todo lo que se hace en este taller está en función del desarrollo humano integral, a partir de la exploración de la realidad, de la comunicación intersubjetiva y el despliegue de la creatividad de los alumnos. A través de las tareas lúdico-teatrales se pueden, vivenciar, recrear y examinar los más diversos hechos de la vida amparados en la seguridad psicológica que transmite hacerlo en interacción grupal y en condiciones de ficción dramática.

  • A la mayoría de los alumnos de sexto grado les interesa acercarse al teatro pues les muestra conflictos y situaciones similares a las que comienzan a sentir y preocuparles en la vida cotidiana, lo cual les permite satisfacer necesidades de: comunicación, independencia, reconocimiento y autoafirmación social ajustadas a las peculiaridades del momento en el desarrollo por el cual transitan: la adolescencia temprana o preadolescencia.

  • Las tareas lúdico-teatrales que deben prevalecer en el taller, por lo general constan de un momento reflexivo inicial (orientación), otro de acción (ejecución) y otro de reflexión de la acción (valoración y control) en los cuales se debe garantizar que los alumnos participen activamente, manifestando en la unidad de su decir, sentir y hacer cómo marcha la formación y desarrollo de cualidades personales socialmente deseadas.

  • Las actividades teatrales adecuadamente dirigidas tienden a provocar vivencias agradables. Aun cuando tratan hechos y situaciones difíciles, el desdoblamiento que se produce entre la realidad y la ficción y la complicidad o puesta de acuerdo entre los participantes para hacer las tareas acordadas, provocan experiencias gratificantes.

  • Las actividades teatrales son colectivas y en ellas se desempeñan diversos roles o papeles, por lo cual existe la posibilidad de asignar tareas según las particularidades de cada alumno y de rotar los roles para propiciar la preparación que conduzca al dominio integral de la actividad y procurar que todos tengan éxito en sus desempeños, condición básica para favorecer la situación social del desarrollo que demandan sus individualidades y para que lleguen a sentirse buenos y dichosos.

  • Al realizar las tareas de apreciación/creación teatral el propio grupo y los alumnos están en posibilidad de valorar y autovalorar permanentemente los resultados, mediante la revisión retroactiva de la calidad con que se lograron las metas y se cumplieron las funciones fijadas individualmente, lo cual los hace ganar en autorregulación y en saberes para emprender y crecer en la colectividad.

  • Por lo general en este taller el instructor de teatro participa como uno más en la solución de las tareas planteadas. Debe ser el primero en manifestar una actitud entusiasta en las actividades del taller, sin abandonar su rol dirigente. Con paciencia, afecto y respeto hacia sus alumnos, ejemplifica los roles a jugar de forma flexible y sugerente, evitando imponer patrones de imitación y promoviendo la expresión de cada cual, según sus individualidades.

El taller de teatro ha ganado su lugar en la educación integral de los escolares cubanos, puesto que en su breve práctica a partir del curso 2004/2005 y a pesar de todo lo que puede mejorarse, las experiencias de su implementación en las escuelas evidencian que contribuye notablemente a la formación de mejores personas, es decir, que potencia el desarrollo de cualidades de gran valor social y personal en los escolares, entre las cuales sobresalen las siguientes:

  • La cooperación, manifestada en la participación positiva y dinámica de cada uno en el colectivo. Al tomar conciencia de su papel y el de los otros en el juego, los alumnos se esfuerzan por desempeñarse y ayudar al desempeño efectivo de los compañeros para alcanzar la meta común. Cuando intervienen en estos juegos al asumir cualquiera de los papeles, se entrenan para saber qué se siente en el lugar del otro, desarrollan la empatía y comienzan a preocuparse realmente por los demás; por ello constituyen una vía de desarrollar habilidades para las relaciones interpersonales cooperativas.

  • La sociabilidad, expresada en la integración al grupo y en la armonía y amplitud de las relaciones entre compañeros. Interactuando entre sí los alumnos aprecian la diversidad de individualidades, amplían sus marcos de referencias y enriquecen sus puntos de vista. Desarrollan el sentido de responsabilidad individual y tolerancia recíproca, la aceptación y el respeto de criterios y gustos de los otros. Al mismo tiempo, los otros reconocen a cada uno y les exigen ajustarse a determinadas normas. Cuando desempeñan diferentes roles recrean comportamientos ante determinadas realidades sociales y personales a las que estarán expuestos en la vida. En los casos que manifiestan cierta inadaptación social, la participación en estos juegos puede ayudar a mejorar el concepto de sí, pues esta actividad muestra estrategias de autoperfeccionamiento para ser diferentes.

  • La laboriosidad, desplegada al organizar, ejecutar y controlar este juego-trabajo colectivo. Aprenden a organizarse y estructurar la actuación para llegar a un resultado; se concentran y esfuerzan por cumplir reglas tanto técnicas como de comunicación y convivencia que garanticen lograr los objetivos individuales, de los otros y del colectivo. Así disciplinan el comportamiento más cotidiano y crecen como sujetos que tienden a la autorregulación.

  • La independencia, apreciada en la posibilidad de mantener cierta autonomía en sus realizaciones. Al conocerse cada vez mejor a sí mismo y a los demás llega a ser él mismo. Crece así en seguridad psicológica y autodeterminación; se sensibiliza con su identidad dentro de la colectividad y tiende a modelar el comportamiento según las orientaciones valorativas que rigen estos ambientes de rica actividad e interacción social.

  • La iniciativa creadora, manifestada al participar en las tareas y situaciones planteadas como argumentos de los juegos. Durante el proceso del juego dramático surgen ideas no solo a través del pensamiento lógico, también mediante el pensamiento lateral o divergente, favorecido por el clima divertido, amistoso y cooperativo que se conforma y por la exhortación que las propias reglas del juego hacen a los alumnos para ser imaginativos, resueltos, originales, seguros, oportunos, imprevistos, expansivos, ágiles, autónomos, entusiastas y en fin, creativos.

  • El autocontrol, manifestado en la tendencia al ajuste consciente de sus comportamientos a las normas de relación y reglas del juego. Al hacer como si fueran otros o ellos mismos en situaciones hipotéticas, aprenden a equilibrar la tonicidad e intensidad de las reacciones frente a los problemas o situaciones en la vida real y a enfrentarlas reflexiva y mesuradamente. El enfrentar los temas difíciles simuladamente y en colectivo, contrarresta los niveles de ansiedad que estos pueden generar y propicia la objetividad e integralidad de las autovaloraciones que elaboran.

El taller de teatro debe consolidar su lugar en la educación integral de los escolares, ese es un gran reto para todos los instructores de arte que trabaja en las escuelas primarias cubanas, porque en los encuentros participativos e inclusivos que deben caracterizar a su proceso arte-educativo, los preadolescentes que intervienen protagónicamente guiados por el instructor de arte, logran vivenciar las siguientes acciones lúdico-teatrales que los hacen crecer:

  • Exploración de los recursos expresivos del teatro, en especial los de la expresión dramática de la persona: la voz, la palabra, el gesto, la expresión facial y el movimiento, lo que los prepara para una comunicación más total y personalizada como receptor y emisor de ideas, emociones y acciones.

  • Apropiación de procedimientos creativos y normas de relación propias de la práctica del lenguaje teatral previstas para los encuentros del taller, cuya aplicación al realizar los juegos dramáticos los dispone para convivir, compartir, negociar, decidir y lograr una mayor autorregulación de sus comportamientos.

  • Entrenamiento para apreciar procesos y productos teatrales propios y de los otros solidariamente, con flexibilidad y respeto hacia la actividad creadora, en busca de fortalecer el criterio propio, la visión crítica constructiva, el disfrute del placer estético derivado de las acciones teatrales construidas por ellos mismos; pues no se trata de llevar a los niños a ver teatro, lo cual no significa desaprovechar oportunidades que se presenten, sino que se diviertan y desarrollen haciéndolo protagónica y lúdicamente.

  • Incursión, bajo la protección que ofrece hacerlo desde la fantasía y en un contexto grupal, en el examen y recreación de conflictos y situaciones que les preocupan en el hogar, la escuela y la comunidad, con lo que el taller se convierte en un espacio para integrar vivencias, devolver imágenes que indiquen como se va reconfigurando el mundo interior de los niños y proponer modos apropiados de afrontar dichos conflictos y problemas vitales.

  • Práctica de comportamientos propiciatorios del desarrollo de cualidades personales valiosas, bajo el influjo socializador de la dinámica grupal y el contenido socio-humanista de las actividades lúdico-teatrales desarrolladoras. Todo lo que se aprende en este ínter juego teatral infantil es absorbido en el tránsito hacia niveles superiores de desarrollo personal y extiende los límites de la zona de desarrollo potencial de los alumnos; los comportamientos pasan, de aprendizajes internalizados a apropiaciones culturales concretas que se estabilizan y proyectan al futuro, configurando sus personalidades en construcción.

CONCLUSIONES

Desde las reflexiones teórico-metodológicas que se proponen para dialogar en torno al lugar del taller de teatro en la formación integral de los escolares cubanos, se percibe que el taller de apreciación/creación de teatro en sexto grado posee amplias oportunidades para ser conducido como un espacio curricular de encuentros, orientado hacia la potenciación del desarrollo de la cultura general integral de los alumnos, porque mediante la práctica vivencial y participativa inicial de los aspectos básicos del lenguaje teatral pueden conocer, hacer, ser, convivir y emprender juntos; lo cual estimula la integración de saberes y procesos internos del desarrollo de sus personalidades en formación.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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García, L. (2006). “Del niño actor al niño performer: concepciones pedagógicas en la historia del teatro con niños”. Documento en soporte digital.

Hernández, R. (2005): “Programa para los talleres de creación teatral”. En: Consejo nacional de casas de cultura. Programas de Talleres de Apreciación / Creación y Apreciación y Creación para Instructores de Arte en la Enseñanza Primaria y Secundaria Básica. La Habana. Imprenta Alejo Carpentier. (pp. 127-134.)

Trozzo, E. (2002). “Teatro como contenido curricular desde el inicio de la escolaridad formal”. (s.e.)

Vigostky, L. (1989): “Fundamentos de Defectología”. Obras Completas. Tomo 5. La Habana: Editorial Pueblo y Educación.