Intentaremos sólo un acercamiento a lo esencial del discurso filosófico martiano. No es toda su filosofía lo que se tratará. No basta con el estudio de tres importantes categorías y sus relaciones: VERDAD, NATURALEZA Y HOMBRE.
En este caso, además de las definiciones, se precisarán sus importantes derivaciones metodológicas.
No es propósito tampoco presentar una cronología del posible desarrollo, por etapas, del pensamiento filosófico de Martí, pues se sabe, que éste maduró muy temprano, lo que no impidió que se produjera en él un proceso de evolución y que se ampliase cualitativamente. Este pensamiento varió en algunas consideraciones y se perfiló con el decursar del tiempo, pero en realidad, no cambió en lo esencial.
Es siempre útil entender a estas palabras de Martí: “Yo no mudo el alma, sino que la voy enriqueciendo con cuanto veo de grande y hermoso, y cuanto obliga mi gratitud” (Martí, 1963, T. III, pág. 210).
Esta afirmación constituye una especie de “estrella polar” para enfrentar metodológicamente el estudio de cualquier esfera de pensamiento martiano en su sentido histórico.
El filósofo existencialista – cubano – Humberto Piñera Llera expresó: El pensamiento de Martí es sin duda un pensamiento que emerge de lo real y vuelve a él indefectiblemente (...) un pensamiento que no se puede quedar en sólo pensamiento, sino que se transforma en acción, y una acción que no es única ni espontáneamente acción, - sino que surge y actúa como la inevitable secuela del pensamiento. La acción dimanente del pensamiento es la realización de la idea, su formulación práctica.(Piñera, 1953, pág. 184)
El origen peculiar y nada especulativo de su filosofía fue expresada por Martí: “La experiencia es la base más firme del conocimiento (...) No tengo derecho de asentar un sistema metafísico sobre imaginaciones”.(Martí, 1963. T. VI. Pág. 333)
El conocimiento profundo de la realidad del hombre y de la sociedad latinoamericana de su época, y su interés por transformarlos, lo llevó a la búsqueda de un pensamiento teórico-original, en oposición a las tendencias filosóficas extrañas que trataban de interpretar y de “solucionar” los problemas de nuestra América. Es por ello, que su pensamiento tiene un sentido muy objetivo: “el primer deber de un hombre de estos días, es ser un hombre de su tiempo. No aplicar teorías ajenas, sino descubrir las propias. No estorbar a su país con abstracciones, sino inquirir la manera de hacer prácticas las útiles”.(Martí, 1963, T. VII. Pág. 98)
Con este altísimo sentido ético, Martí intentó interpretar el mundo. ¿Estaba preparado para hacer filosofía?
José Martí contó con una sólida formación filosófica especializada ya que estudió precisamente. Filosofía y Letras, en la Universidad de Zaragoza (España). Fue también profesor de historia de la filosofía en la Escuela Normal de Guatemala.
Conoció profundamente los más importantes sistemas filosóficos, tanto del Occidente como del Oriente de diferentes etapas históricas, así como los de su época, sobre todo, los que se difundían en América Latina, en España y en los Estados Unidos. Intervino en varias polémicas sobre aspectos filosóficos y escribió sobre ello. Lo más abundante en Martí es la dimensión teórica que se transparenta en sus escritos no filosóficos por lo que puede afirmarse, que si bien escribió acerca de filosofía propiamente dicha, lo más sobresaliente es la aplicación que hizo de ella para la interpretación de su mundo y sobre todo para trazar las líneas rectoras de sus soluciones transformadoras.
Tomó de diferentes sistemas filosóficos las ideas más significativas y las re-elaboró a su manera. Aspiraba a una concepción filosófica “propia para el hombre de su mundo”. No se dejó atrapar por ningún sistema. Creó su propia concepción del mundo. Eligió lo mejor de cada una y la reinventó de nuevo en una teoría coherente.
Como expresara Jorge Mañach en la “Antología crítica de José Martí”: “El espíritu integrador de Martí absorbe todo lo ajeno y lo funde en su propia substancia”.(Mañach, 1960, pág. 448)
Martí consideró que la filosofía debía estudiar: al sujeto que conoce (filosofía interna); al objeto conocible (filosofía externa); y a los medios con que se conoce (filosofía de las relaciones). En este sentido dejó aclarado: “A eso se reduce toda la investigación filosófica: “Yo, lo que no es yo”, y “cómo yo me comunico con lo que no es yo”, -son los tres objetos de la filosofía.” (Martí, 1963, pág. 369. T. XIX)
El Apóstol no se situó ni en la posición del materialismo filosófico ni en la del idealismo- espiritualismo-. En este sentido expresó: “Todas las escuelas filosóficas, pueden concretarse en dos (...) [materialismo e idealismo] Las dos unidas son la verdad: cada una aislada es sólo una parte de la verdad, que cae cuando no se apoya en la otra.(Martí, 1963, pág. 361)
Y dejó claramente su posición: “Yo estoy entre el materialismo que es la exageración de la materia y el espiritualismo que es la exageración del espíritu”.(Martí, 1963, págs. 326, T. XXVIII)
En varias ocasiones emitió su criterio que lo ubicaba como partidario de una “filosofía intermedia”, que para él era secreto de los dos extremos, que había pensado en llamar “filosofía de relación”.
El método del conocimiento que aplicó fue el dialéctico, indiscutiblemente.
Para Martí lo primero era: Todo, concebido como la unidad indisoluble entre la materia y el espíritu.
Resulta importante, hacer esta aclaración inicial, pues el tenerla en cuenta evitaría las no pocas tergiversaciones en la valoración del pensamiento filosófico martiano.
I.- Las categorías: Verdad, Naturaleza y Hombre.Al analizar la obra martiana estas categorías, sus características y las relaciones correspondientes se van revelando de manera que se posibilita plenamente la creación del esquema anterior, aunque estos conceptos se encuentran dispersos en su obra.
La VERDAD: Sus características y atributos.
La Verdad es la Tesis, el punto de partida del sistema filosófico martiano.
Expresó que “La Verdad como los cuerpos tiene varios estados”(Martí, Obras Completas, 1963, págs. 268, T. XV.) El primero de ellos, es el Universal, que identifica con Dios o con el Todo, al cual llama “fuerza divina”,(Martí, 1963, págs. 226, T. VI.)y del cual el espíritu y la materia no son más que momentos particulares, y sólo son posibles, únicamente, en su unidad.
Dios, es considerado por Martí: “No (...) como hombre productor, sino (...) como inmenso mar de espíritus, adonde han de ir a confundirse, ya resueltas, todas las soberbias inconformidades de los hombres…”(Martí, 1963, pág. 361. T. XIX)
Y continúa expresando: “Dios es (...) la suprema conciencia, la suprema voluntad, y la suprema razón”.(Martí, 1963, págs. 18, T.XXI)
La Verdad Universal posee, para Martí, una “fuerza matriz”, que es la LIBERTAD, máxima aspiración y la organizadora de todo lo existente: “la Libertad, que es madre de todo”.(Martí, 1963, págs. 348, T.VIII)
No es por casualidad que el concepto “libertad” penetre profundamente todo el pensamiento y la acción martianos en sus diferentes momentos: “como el hueso al cuerpo humano, y el eje a una rueda, y el ala a un pájaro, y el aire al ala - así es la Libertad la esencia de la vida (...), cuanto sin ella se hace es imperfecto (...) Es la condición ineludible de toda obra útil”.(Martí, 1963, págs. 451, T.IX)
Características de la Verdad Universal.
Martí se refirió, en varias ocasiones, a este estado de la Verdad: “un niño de la hacienda está más cerca de la verdad universal que un anticuario”.(Martí, 1963, págs. 22, T.XIII)
Además, explicitó las características esenciales de dicho estado de la verdad y que son las siguientes: Sintética, sencilla y armónica. Lo que se aprecia en las expresiones siguientes:
Lo verdadero es sintético”.(Martí, 1963, págs. 233, T. VI.)
Lo común es la síntesis de lo vario, y a Lo Uno han de ir las síntesis de todo lo común; todo se simplifica al ascender”.(Martí, 1963, págs. 47, T. XXI)
“La verdad es sencilla”.(Martí, 1963, págs. 415, T. XXII) “porque el que pase de lado por voluntad u olvido, una parte de la Verdad, cae a la larga por la Verdad que le faltó.”(Martí, 1963, págs. 18, T.VI)
(Darwin) … bien vio, a pesar de sus yerros, que le vinieron de ver, en la mitad del ser, y no en todo el ser”(Martí, 1963, pág. 380. T. XV)
La Verdad Universal contiene una serie de “Atributos” que le confieren un sentido ético muy puro: ¿Cuáles son estos?
AMOR “La única verdad en la vida, y la única fuerza, es el Amor. En él está la solución, y en él está el mando” (Martí, 1963, págs. 21, T. V)
VIRTUD “La grandeza está en la verdad y la verdad en la virtud.” (Martí, 1963, págs. 457, T. VI)
BIEN “Dios existe, sin embargo en la idea del bien, que vela el nacimiento de cada ser, y deja en el alma que se encarna en él una lágrima pura”.(Martí, 1963, págs. 45, T. I)
JUSTICIA “Muchas cosas andan. Todo anda. La eterna justicia, insondable cuanto eterna, anda también”(Martí, 1963, pág. 66)
SANTIDAD “Todo lo verdadero es santo, aunque no huela a clavellinas.” (Martí, 1963, pág. 274. T. IV)
Estos atributos, según Martí, son distribuidos por el Universo equitativamente y sólo “las circunstancias” son las responsables que no se cumpla esta ley universal, la que hay que necesariamente restaurar, aunque concibe que de hecho, siempre se mantenga la armonía, por la tendencia al equilibrio de los esenciales valores humanos.
La Verdad Universal es poseedora de una gran fuerza vital y de un impulso creador: “La idea de la sustancia creada envuelve en sí la idea de esencia creadora”.(Martí, 1963, págs. 18, T. XXI)
Las características y los atributos van a estar presentes en cada uno de los “estados” en que la Verdad se manifiesta y constituyen las líneas rectoras en el enfoque martiano de los problemas y de sus soluciones.
En la etapa juvenil de su vida Martí habló, en reiteradas ocasiones, de ese dominio de la Verdad, pero después, por las urgencias de la época y el curso que le dio a su vida trató más del HOMBRE y de la SOCIEDAD. Poseedor de un sólido y sencillo sistema filosófico, como guía de su pensamiento, se encuentran de manera implícita esas ideas, porque siempre se mostró consecuente con su “filosofía de relaciones”.
1.2.- NaturalezaDe la Verdad Universal surge el elán vital que se trasmuta en Naturaleza. En el momento de mayor madurez de su pensamiento filosófico, abandonó la idea del creacionismo para plantearse: “el mundo no fue producido por creación, sino por continuo desenvolvimiento(Martí, 1963, págs. 398, T. XIV)
La Naturaleza no es para Martí simplemente la antítesis hegeliana, sino la unidad indisoluble del espíritu y la materia: la manifestación del TODO (de la Verdad Universal), en otro estadio de su desarrollo. Este juicio es aristotélico indiscutiblemente: la idea y la materia están unidas entre sí orgánicamente, desde siempre, “ab aeterno”: que cada ser es por naturaleza una síntesis de universal y particular así pensaba el estagirita.
Características de la Naturaleza.Entre las características esenciales que le atribuye Martí a la Naturaleza están las siguientes: Ser compuesto; una y diversa; Creatividad; Moralidad; Dinamismo y Espontaneísmo.
En cuanto al carácter compuesto de la Naturaleza afirmó: “Que cada grano de materia traiga en sí un grano de espíritu, quiere decir que lo trae, más no que la materia produjo el espíritu: quiere decir que coexisten, no que un elemento de este ser compuesto creó el otro elemento. ¡Y ese sí es el magnífico fenómeno repetido en todas las obras de la naturaleza: la coexistencia, la interdependencia, la interrelación de la materia y el espíritu!” (Martí, 1963, págs. 317, T. XXIII)
Es necesario aclarar, que Martí no identificó mecánicamente el espíritu de la Naturaleza con el del Hombre. En tal sentido expresó: “En la Naturaleza no hay que confundir el espíritu físico, el ánima corporal, la fuerza impulsora, -con el espíritu afectivo, sintiente y pensante.” (Martí, 1963, págs. 251, T. XXI)
Resulta significativo el alcance que confiere a la Naturaleza, o sea, ¿Qué es para Martí, Naturaleza? Lo precisa con nitidez: “la Naturaleza es todo lo que existe, en toda forma - espíritus y cuerpos; (...) El misterioso mundo íntimo, el maravilloso mundo externo, cuanto es, (...) menos el cielo y el alma de los hombres, es Naturaleza.” (Martí, 1963, págs. 364, T. XIX)
La expresión creativa de esta dimensión de la verdad se aprecia en que Martí se consideraba hijo “de la verdad de la naturaleza”.(Martí, 1963, págs. 294, T. I)
La unidad de la verdad con la diversidad es una divisa del pensamiento martiano: “en la fábrica universal, no hay cosa pequeña que no tenga en sí todos los gérmenes de las cosas grandes” (Martí, 1963, págs. 224, T. VII)
Se encuentra claramente explícito en esta idea que en toda verdad relativa hay granos de verdad absoluta.
En reiteradas ocasiones expuso este criterio y estuvo de acuerdo en: “la analogía de todas las fuerzas de la naturaleza, la semejanza de todos los seres vivos, la igualdad de la composición de todos los elementos del universo.” (Martí, 1963, págs. 25, T. VIII)
Por otra parte, la unidad de la Naturaleza no excluye que ésta se manifiesta a través de la diversidad, como se verá más adelante.
Lo esencial de la Naturaleza es permanente y no posee contradicciones. Sólo en lo cotidiano, en lo diverso y en lo desarmónico, estas se presentan: “La Naturaleza no tiene celos, como los hombres.No tiene odios, ni miedo, como los hombres. No cierra el paso a nadie, porque no teme de nadie. (Martí, 1963, págs. 289, T. VIII)
Para Martí, “Hay carácter moral en todos los elementos de la naturaleza”.(Martí, 1963, págs. 25, T. XIII)
El sentido ético que Martí le confiere a la Naturaleza es una proyección de la Ética Universal en este estado particular de la Verdad.
Además, el Apóstol habló en reiteradas ocasiones de: “los elementos inagotables e infatigables de la naturaleza”.(Martí, Obras Completas, 1963, págs. 289, T. VIII), así como, de las “fuerzas del mundo”.(Martí, 1963, págs. 97, T. III)
En fin, Martí le confiere a la Naturaleza una acción espontánea, de gran interés, por el papel que le va a otorgar al hombre para rectificar los errores de la Naturaleza. “La naturaleza sola no es nuestra madre: ¿quiénquiere tener una madre injusta, criminal, torpe y loca?¡Bendita sean las manos que rectifican estas equivocaciones, y endulzan estos errores sombríos de la ciega madre creación!” (Martí, 1963, págs. 355-356, T. VI.)
Es necesario estar atentos a estas consideraciones de Martí, acerca de la Naturaleza y sobre todo en sus relaciones con el hombre, pues de ellas se impregnan su pensamiento integrador.
1.3.- El hombre ideal: Homagno
Las concepciones martianas acerca del “hombre ideal”, se encuentran dispersas a lo largo de toda su obra.
El hombre es concebido por Martí, como obra de la evolución, después de haber pasado por un período creacionista. Se nota la influencia de las ideas de Darwin, pero no plenamente. Es por eso, que afirma en uno de sus conocidos poemas: “Pez, que en ave y corcel y hombre se torna”.(Martí, 1963, págs. 161, T. XVI)
En otro momento, al referirse al mismo asunto, expresará que la evolución pasó “de gusano a hombre”.(Martí, 1963, págs. 409, T. XXI). Este proceso de desarrollo transcurrió dialécticamente, pues el Apóstol, afirma: “Todo camina a la muerte por la senda de la vida, y a cada ser que se hunde, responde unser que se alza. Cuando una cosa se transforma en otra, subsiste en la segunda forma, y no puede subsistir más que en ella: si el hombre se deriva del mono, ¿cómo subsiste la forma primitiva y la segunda?” (Martí, 1963, págs. 256, T. VI). Parece que el Héroe cubano alude a la ley de la dialéctica, que guía el fin, el curso, del movimiento, y del desarrollo.
Martí, le otorga al hombre, un padre y dos madres. Con eso quiere expresar la relación del hombre, tanto con la Verdad Universal, como con la Naturaleza y las circunstancias.En relación con el primer sentido, afirma: “El hombre es un pedazo de cuerpo infinito; que la creación ha enviado a la tierra vendado y atado en la busca de su padre, cuerpo propio.”(Martí, 1963, pág. 226)Por otra parte afirmó: “Dos madres tienen los hombres: La Naturaleza y las circunstancias” (Martí, 1963, págs. 256, T. XIII)
En la concepción martiana la esencia humana une dialécticamente la dimensión universal con la histórico-concreta. En cuanto a la unidad universal del hombre reiteró: “La Naturaleza del hombre es por todo el universo idéntica.” (Martí, Obras Completas, 1963, págs. 260, T. V)
Este concepto es importante para entender la aplicación que Martí hizo al campo de la psicología, al expresar: “No hay razas: no hay más que modificaciones diversas del hombre, en los detalles de hábitos y formas que no les cambian lo idéntico y lo esencial, según las condiciones del clima e historia en que viva.” (Martí, 1963, págs. 290, T. XXVIII)
En fin es importante precisar, cómo Martí concebía al “Hombre ideal”, en el cual creía y resultaba ser el modelo al que aspiraba: “Cada ser humano lleva en sí un hombre ideal, lo mismo que cada trozo de mármol contiene en bruto un estatua tan bella como la que el griego Praxiteles hizo del dios Apolo.” (Martí, La Edad de Oro, pág. 93)
Para ampliar este concepto es preciso extender el análisis, para presentar, ¿cuáles eran las cualidades que adornan al hombre ideal martiano?
En primer lugar, situaba a la Virtud, como la cualidad esencial del hombre: “La perla está en su concha, y la virtud en el espíritu humano”.(Martí, 1963, págs. 190, T. VIII)
En este sentido, concebía la Virtud como distribuida por igual en todo el mundo: “Es así la virtud, que distribuida por el universo equitativamente, siempre que en un espacio o localidad delimitada falta en muchos, en uno solo se recoge, para que no se altere el equilibrio y venga a padecer la armonía humana.” (Martí, 1963, pág. 189)
La dimensión histórica atribuida al hombre, lo lleva a expresar que una de sus cualidades esenciales es: LA SOCIABILIDAD. Este particular se ilumina con las expresiones siguientes: “Sobre cada hombre debe pesar la carga de Todo el universo”.(Martí, 1963, págs. 184, T. II)
El hombre ideal es: Heroico, Inteligente, Noble, Creador y Transcendente.Estas cualidades se ponen de manifiesto en las palabras de Martí que a continuación se relacionan:
“al héroe dormido siempre en el fondo del hombre.” (Martí, 1963, págs. 105, T. V)
“El hombre inteligente está dormido en el fondo de otro hombre bestial”.(Martí, 1963, págs. 283, T. VI.)
“Creemos y sabemos que la naturaleza humana (…) es, por esencia noble”.(Martí, 1963, págs. 188, T. IV.)
“el arte (…) no es más que la naturaleza creada por el hombre”.(Martí, 1963, págs. 25, T. XIII)
“el hombre se dé más al cultivo de lo que tiene de divino, y menos al cultivo de lo que le sobra de humano.” (Martí, 1963, págs. 222, T. IX)
Martí le confirmó al hombre ideal dos cualidades más: LA AUTO-DIRECCIÓN y el AMOR.
En el primer caso planteó: “Y el hombre (…) le es dado llevar las riendas de sí mismo.” (Martí, 1963, págs. 110, T. V.)Y por otro lado afirmó: “El amor es el lazo de los hombres, y la única es el amor.” (Martí, 1963, págs. 188, T. VIII)
Al hombre ideal, Martí lo llamó HOMAGNO, para contraponerlo al hombre-real (al que debía aspirar). Homagno es un ser de pureza absoluta, pero alcanzable, que ideó con el atributo de la generosidad, para ponerlo al egoísta super-hombre nitzheniano, que vence por la fuerza del mal.
Al “Homagno generoso” solo se llega, cuando: el hombre fiera, se convierte en hombre, y se decide, mediante un complejo proceso de perfeccionamiento de sí mismo a escoger su destino, no a favor del “Yugo”, sino de “La estrella”, que ilumina y mata”.
Este proceso de reflexión de Martí es muy interesante, pues expresa, lo que “piensa el hombre de sí mismo” y lo que debe aspirar a ser. Es un proceso de auto- reflexión muy agudo y representa, el modelo de hombre, que según Martí, una sociedad justa debe aspirar.
2.- El conocimiento de la verdadPara analizar la posibilidad de conocer que tiene el hombre, es necesario precisar tres postulados esenciales del pensamiento martiano:
La verdad (Universal, Naturaleza, Hombre), puede ser conocida;
El hombre (sujeto) puede conocerse a sí mismo, a la naturaleza y a la Verdad Universal, por diferentes vías, pero que se interrelacionan;
El conocimiento de sí mismo y de la naturaleza se logra a través de la relación o autorelación del sujeto con el objeto del conocimiento. El hombre se conoce y conoce a la Naturaleza por el razonamiento y a la verdad Universal por la fe. Las formas lógicas y no lógicas del conocimiento de la realidad se interrelacionan y adquieren un papel esencial o secundario, según sea el caso.
Para Martí, todos los seres no son conocibles, sin importar la naturaleza de los mismos, lo que se resuelve, como se ha indicado, por diferentes vías y sobre la base de circunstancias de determinadas que favorezcan al conocimiento.
En cuanto a los “seres”, el Apóstol, los agrupa de la manera siguiente: “hay dos clases de seres: los que se tocan y los que no se pueden tocar (…). Lo que puede tocarse se llama tangible, y lo que puede probarse por la vista evidente. Lo que no se puede tocar ni ver es invisible e intangible (…) Al estudio del mundo tangible, se ha llamado física; y al estudio del mundo intangible, metafísica. (Martí, 1963, págs. 360-361, T.XIX)
Por tanto, la Naturaleza cae en el campo de la física y Dios y el Alma, son tratados por la Metafísica.
2.1.- ¿Cómo conoce el hombre la Verdad?.Según Martí, el hombre puede conocer la Verdad por dos vías, siguiendo la historia misma del pensamiento humano y por la Naturaleza.
El camino del pensamiento está bloqueado por las contradicciones que existen en el proceso histórico del desarrollo, por eso, no es conveniente utilizarlo. El camino más seguro, por tanto, es seguir el curso de la Naturaleza. Por estos caminos se encontraría la Verdad razonada y aparecen las ciencias, de tanta utilidad para el hombre y la sociedad. Considera que por medio de la ciencia se llega a Dios. A la verdad (revelada) no se arriba por la vía de la razón, sino mediante otras formas del conocimiento llamada no lógicas o irracionales.
Lo cierto es que la Verdad aparece de pronto, cuando se busca por el camino adecuado y su aparición “ilumina súbitamente el alma, como el sol ilumina la naturaleza.” (Martí, 1963, págs. 26, T. VIII)
Martí sueña con el momento en que el hombre pueda conocer la Verdad, y así lo expresó en reiteradas ocasiones: “La hora del conocimiento de la verdad es embriagadora y augusta. No se siente que se sube, sino que se reposa.” (Martí, 1963, pág. 21)
Cuando el hombre llegue a la posesión de la Verdad- como Martí había llegado- no se detendrá en el desarrollo del pensamiento creador, como afirmaba Hegel, más bien el hombre sólo haría un alto en el camino y “reposaría”, para seguir con más bríos, hacia delante, en un continuo perfeccionamiento.
Martí, ofrece un cuadro muy completo, para su época, acerca de las posibilidades cognoscitivas que tiene el hombre. Pone énfasis en la razón pero no desestima a la intuición, a la fe y a la emoción. Incluye la creatividad, que ubica en el nexo entre el conocimiento lógico y el no lógico, aunque en la mayoría de las ocasiones trata este concepto más desde el punto de vista sociológico que psicológico. “Los elementos del filósofo son: observación y reflexión: aunque (…) cualquier otro elemento ayuda averiguar, pero no es una base firme de la filosofía. (…) La intuición es un auxilio, (…) poderoso, y no una vía científica e indudable para llegar al conocimiento.” (Martí, 1963, págs. 362, T. XIX)
Martí no puede ser considerado ni un filósofo empirista ni racionalista arquetípicos. Fundió muy bien el nivel empírico y el nivel teórico del conocimiento en una concepción dialéctica. Además, entre las formas lógicas y las no lógicas del conocimiento dio preferencias a las primeras, en relación con el conocimiento científico. No fue positivista ni se interesó por el humanismo neo-kantiano, que en su época comenzaba sus polémicas contra la concepción spenceriana del mundo, pero desde una óptica idealista subjetiva. Su pensamiento se perfila dentro de una posición -aunque a él no le gustaba llamarse a sí- idealista objetiva, con el empleo dialéctico con método del conocimiento y de la investigación científica. Hay que decir, que tampoco se puede afiliar al sistema hegeliano. Por eso, Martí es original en sus postulados filosóficos. Este pensamiento iluminará sus concepciones políticas y sociales como veremos más adelante.
En cuanto a la Verdad Universal, (Dios) consideraba que otro era el procedimiento para conocerla: “La verdad no se razona; se conoce, se siente y se ama.” (Martí, 1963, págs. 118, T. I)
Para el héroe cubano, el hombre debía preocuparse también por comunicar la Verdad - Científica o revelada –una vez percibida. La palabra serviría para ello: “La palabra no es para encubrir la Verdad, sino para decirla.” (Martí, 1963, págs. 216, T.II)
En este sentido puntualizó: “El pensamiento es comunicativo: su esencia está en la utilidad, y su utilidad en su expresión. La idea es su germen y la expresión su complemento.” (Martí, 1963, págs. 361, T. VI)
La comunicación poseía para Martí sus leyes, porque: “La Verdad llega más pronto a donde va cuando se la dice bellamente”.(Martí, 1963, págs. 325, T.I)El sentido estético- emocional de la palabra en el proceso de comunicación hace que ésta obre su efecto sentimental y propicie la formación de los “valores éticos”, que reclama el conocimiento de la Verdad, cualquiera que sea su estado.
Realmente Martí no le interesaba que el hombre sólo y simplemente llegara a la Verdad, teóricamente, sino que su conocimiento lo empujara hacia la práctica social, por eso expresó, en ocasiones, que el hombre le interesaba esencialmente la conducta que debe observar frente a la vida y no sólo el conocimiento de la Verdad.
Por supuesto, que para este hombre ideal, el Apóstol soñaba con la sociedad ideal, en la que debían predominar: la unidad de todos los hombres, la armonía social, la justicia social: los derechos humanos; el amor, el derecho al trabajo; la libertad individual y social y la política y el gobierno justos. En fin, una sociedad “con todos y para bien de todos”, fórmula definitiva “del amor triunfante”.
Nada de ese ideal de pureza vio Martí en su época, sobre todo en América Latina, en la que el hombre y la sociedad estaban alejados del “estado ideal” al que debían justamente aspirar.
La dramática realidad del mundo nutrió sus ideas. Creó de él su filosofía, derivó su extraordinario pensamiento político y social, sus concepciones estéticas y todas las dimensiones de su trascendental pensamiento. Con ese arsenal teórico se dispuso a la acción.
Como se expresó, desde los inicios de este ensayo, su acción comenzó muy temprano, siendo aún adolescente y por eso, en su vida y en su obra, no se pueden separar: pensamiento y acción. Ese destino lo cumplió siempre Martí convencido de cuál era el camino del hombre hacia “La Verdad”.
3.- Martí y el hombre de su época.Martí insiste constantemente en su obra, en poner en evidencia lo que han hecho del hombre-histórico, las circunstancias, de las cuales también es “hijo”. “Creemos y sabemos que la naturaleza humana, (es) mala por accidente.” (Martí, 1963, págs. 188, T. IV.)
En ese sentido amplió su pensamiento: “El hombre no es lo que se ve, sino lo que no se ve.(Martí, 1963, págs. 272, T. IX. ) “Todo hombre es una fiera dormida. Es necesario poner riendas a la fiera. Y el hombre es una fiera admirable: le es dado llevar las riendas de sí mismo.” (Martí, 1963, págs. 110, T.V)
Para Martí al hombre desde su nacimiento le han usurpado su libertad natural y se le han impedido desarrollar hasta su propia inteligencia.
No hay que olvidar que la libertad y la inteligencia son la atmósfera natural del hombre.
El hombre apenas entra en el goce de la razón que desde la cuna le oscurecen, tiene que deshacerse para entrar verdaderamente en sí. (…) No bien nace, ya están en pié, junto a su cuna con grandes y fuertes vendas preparadas en las manos, las filosofías, las religiones, las pasiones de los padres, los sistemas políticos. Y lo atan, y lo enfajan, y el hombre es ya, por toda su vida en la tierra, un caballo embridado. Así es la tierra ahora una vasta morada de enmascarados. Se viene a la vida como cera, y el azar nos vacía en moldes prehechos. Las convenciones creadas deforman la existencia verdadera, y la verdadera vida viene a ser como corriente silenciosa que se desliza invisible bajo la vida aparente. (…) Asegurar el albedrío humano, deja a los espíritus su seductora forma propia; no deslucir con la imposición de ajenos prejuicios las naturalezas vírgenes; ponerlos en aptitud de tomar por sí lo útil, sin ofuscarlos ni impelerlos por una vía marcada (…) Ni la originalidad literaria cabe, ni la libertad política subsiste mientras no se asegure la libertad espiritual. El primer trabajo del hombre es reconquistarse.(Martí, 1963, págs. 229-230, T. VII)
¿Por qué esa concepción tan sombría sobre el hombre?
Al caracterizar al hombre expresó Martí, las cualidades negativas a los anti-valores siguientes:
Egoísmo: “El egoísmo es la mancha del mundo, y el desinterés su sol”.(Martí, 1963, págs. 325, T. IV)
Inteligencia elitista: “Ese hombre, oscuro hoy, será leyenda mañana”.(Martí, 1963, págs. 252, T. II)
Desamor: “De un lado están los que tienden las manos incansables a la humanidad, del otro, aquellos demonios de Santa Teresa, los que no saben amar.” (Martí, 1963, págs. 105, T. III)
Ignorancia: “la ignorancia es la garantía de los extravíos políticos.” (Martí, 1963, págs. 351, T. VI)
Vicios: “hay viciosos, porque la sociedad es como el cuerpo humano, que tiene llagas.” (Martí, 1963, págs. 279, T. II)
Injusticia: “en una sociedad donde el honor anda descalzo y sólo prospera quien se ayuda o beneficia del delito ambiente.” (Martí, 1963, pág. 336)
El pensamiento siempre optimista de Martí, ve la solución de todo este panorama sombrío. Por eso planteó, a pesar de lo que la realidad le revelaba dramáticamente, que: “Se ha de tener fe en lo mejor del hombre y desconfiar de lo peor de él. Hay que dar ocasión a lo mejor para que se revele y prevalezca sobre lo peor.” (Martí, 1963, págs. 22, T. VI.)
La conducta social del hombre, su práctica activa, para resolver los problemas era su divisa, pero para que el hombre actúe en la dirección del bien tiene que estar concientizado para ello. Actuar por convencimiento pleno y no sólo por impulsos emocionales o por consignas. Tiene que encontrar la razón final de su destino y delinearse un modelo de hombre y de sociedad a los cuales aspirar con todas sus fuerzas: con la idea y con la acción. Además, las condiciones históricas de fines del siglo XIX apuntaban al cambio, y esto lo incorporó Martí como base de su ideario, es por ello, que manifestó: “Asístese como a una descentralización de la inteligencia (…) El genio va pasando de individual a colectivo. Se diluyen, se expanden las cualidades de los privilegiados a la masa; lo que no placerá a los privilegiados de alma baja, pero sí a los de corazón gallardo y generoso.” (Martí, 1963, págs. 228, T. VII)
Ya se ha planteado anteriormente que Martí consideraba que el hombre estaba obstaculizado para encontrar la verdad por sí mismo, porque se encontraba sumido en serias contradicciones ideológicas: “Invisible, pues Dios: contradictorios los juicios de los hombres y permanente y solemne la Naturaleza; el testimonio de aquél no es aducible, ni su existencia detallable; a los juicios de los hombres no es cuerdo acudir (…); acerquémonos a la gran Madre; abramos el gran libro, cuyas páginas han escrito los siglos; cuyos actos y hechos son océanos, cuyo conocimiento augusto se pierde en lo intangible o invisible.”(Martí, 1963, págs. 361, T.XIX)
El hombre, por tanto, según estas ópticas, no está en condiciones aún de encontrar en sí misma la Verdad. Solo podría hacerlo si deja de ser unilateral en su enfoque en el llamado problema fundamental de la filosofía, si deja de ubicarse en las posiciones extremas del idealismo o del materialismo y encuentra con la unidad, en el TODO, el origen de cuanto existe. Solo cuando se asuma por el hombre en esa posición intermedia y unitaria -ideal filosófico martiano-, entonces y sólo entonces, el hombre encontraría la verdad en sí mismo, que equivale a decir en la historia de su pensamiento y podría “sonreír y reposar”.
Ahora bien, el hombre puede en la Naturaleza, encontrar la Verdad, porque: “La Naturaleza se postra ante el hombre y le da sus diferencias, para que perfeccione su juicio: sus maravillas, para que avive su voluntad a imitarlos: sus exigencias, para que eduque su espíritu en el trabajo, en las contradicciones, y en la voluntad que los vence.” (Martí, 1963, págs. 25, T. XIII)
Entonces, a la Naturaleza, el hombre le puede conocer mediante el conocimiento racional: “Como para mayor ejercicio de la razón aparece en la Naturaleza contradictorio todo lo que es lógico.” (Martí, 1963, págs. 224, T. VII)
El camino del conocimiento de la Naturaleza impone al hombre la búsqueda de la unidad y de la armonía, a través de la diversidad y de la desarmonía.
Es por esta razón, que la categoría “Naturaleza”, tiene tanto peso en el pensamiento martiano. Este camino no es una filosofía en sí misma, sino un recurso metodológico para llegar a la Verdad, primero científica, la que se razona, y después, a la revelada, a la que se intuye: fin último del conocimiento humano y tendencia natural del hombre. El no esclarecimiento de este particular ha dado lugar a equivocaciones, al atribuirle a Martí, posiciones teóricas que realmente no tuvo. Si para él lo material y lo espiritual se dan en una unidad, desde el “origen”, es posible encontrar fuertes elementos empiristas, así como espiritualistas en su pensamiento, pero hacer el Apóstol tomar uno u otro de esos “atajos” hacia la Verdad, es equivocarse, pues él, se encaminó hacia ella por “las grande avenidas” de la Naturaleza.
4.- La práctica social.La solución de los problemas existentes del hombre y de la sociedad lo proyectó Martí desde la óptica latinoamericana.
Realizó, por tanto, una aplicación particular de sus concepciones teóricas universales.La estrategia estaba en la educación, como parte importante de la cultura.
El panorama histórico de América Latina no era homogéneo. Existían pueblos, como Cuba y Puerto Rico, que se encontraba en status colonial; totalmente esclavizados desde el exterior, y con las lacras consecuentes, en el interior.
El resto de América Latina había alcanzado su independencia, desde inicios del siglo XIX, pero estaba sumido, en serias contradicciones -esclavización interna- que desunían a los pueblos y los debilita, no sólo, para enfrentar el progreso necesario, sino hasta para defenderse de las acechanzas de fuerzas nuevas, exteriores, que en su desarrollo pujante soñaba con extender hacia nuestros pueblos un nuevo modelo de dominio colonial.
Para Cuba y Puerto Rico, Martí consideraba necesario:
La formación de la conciencia y los valores positivos, mediante el conocimiento de la más rica y legítima tradición histórica. Esto posibilita el desarrollo de la conciencia necesaria para enfrentar la lucha por la independencia o más bien, para reanudarla: único camino, dada las circunstancias.
Aceptación de la Revolución Social como única vía, para poner fin a las más violentas contradicciones. Era necesario, primero, la plena libertad, para iniciar después, el verdadero progreso social. Es la aplicación para la sociedad de su esquema teórico general.
Por eso explicó: “La desigualdad tremenda con que estaba constituida la sociedad cubana, necesitó de una convulsión para poner en condicionesde vida común los elementos dispersos y contradictorios que la componían” (Martí, 1963, págs. 236, T. IV) Y en otro momento completó la idea: “La república, en Puerto Rico como en Cuba, no será el predominio injusto de una clase de cubanos sobre los demás, sino el equilibrio abierto y sinceros de todas las fuerzas reales del país y del pensamiento y deseo libre de los cubanos todos.” (Martí, 1963, págs. 255, T. II)
La Revolución social habría que hacerla de manera organizada- fundación del Partido Revolucionario Cubano-; de forma civilizada, y sobre todo, sobre la base de principios bien establecidos- Manifiesto de Montecristi-; en los que se fundieran las ideas viejas positivas con la de los “pinos nuevos”.
Después de lograda la independencia y de establecer “el equilibrio necesario”, entonces, la educación vendría a cumplir cabalmente papel desarrollador. Se haría una más profunda Revolución.
Para el resto de América Latina, que ya era independiente, mucho antes de nacer Martí, pero se encontraban sumidas en otro tipo de contradicciones y de luchas intensivas que las desunían y las debilitaban, Martí concibió un sistema educativo amplio, ajustado a la realidad latinoamericana, “conforme a la época”, para así, hacer surgir al hombre y la sociedad de nuevos de “la ruina moral del coloniaje”, al enarbolar como bandera, el principio esencial de su humanismo: “¡Todos, pues, a la obra de todos, con alma que quepan todos!”.(Martí, 1963, págs. 426, T. III)
Martí sentenció claramente que “Aire de ejemplo, riego de educación necesitan las plantas oprimidas” (Martí, 1963, págs. 157, T. VII), refiriéndose a los pueblos esclavizados de América Latina, y sobre los que cernían peligros inmensos de dominio futuro, sobre todo por los intereses francamente expansionistas de los Estados Unidos.
Esta es la razón del sólido pensamiento educativo de José Martí.
A esa práctica social, que es, en sí misma, la expresión de su pensamiento dedicó el Apóstol toda su vida. Su pensamiento político, social, estético, etc., fue muy sólido, porque tuvo una preciosa “almendra” teórica que le impidió perder el rumbo cuando intentó los difíciles “bojeos del pensamiento” y de la acción.
Murió de “cara al sol”, como le deseó, el 19 de mayo de 1895, luchando por la verdadera independencia de Cuba.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Mañach, J. (1960). Antología crítica de José Martí. México: Editorial Cultura.
Martí, J. (1963). Obras Completas. La Habana: Editorial Nacional de Cuba.
Martí, J. (s.f.). La Edad de Oro. La Habana: Gente Nueva.
Piñera, H. (1953). Martí pensador. En Pensamiento y acción en José Martí. Santiago de Cuba.