INTRODUCCIÓN
José Martí, fue un ferviente defensor del autodidactismo. Sus conocimientos acerca de la situación educacional en Cuba, América Latina. Europa y los Estados Unidos, le permitieron conformar una revolucionaria concepción de la educación, en la que la formación del hombre para la vida ocupó el lugar primordial. Una frase suya de 1895 encierra, en su didáctica brevedad, la importancia que otorgó Martí al esfuerzo personal para estudiar, de lo cual fue ejemplo: “No se sabe bien sino lo que se descubre.” (Martí José, 1933. t.V, p.375. p.55)
Como parte de su concepción de la educación, Martí abordó aspectos teóricos y propuestas prácticas de singular originalidad. Un elemento importante para comprobar lo anterior es profundizar en cómo, en sus relaciones con niños y jóvenes, promovió el autodidactismo, como método de aprendizaje Este aspecto, presente en su obra, sobre todo en su epistolario, puede considerarse una dimensión dentro de las ideas sobre el autodidactismo que se integran en su concepción de la educación.
DESARROLLO
Como primer ejemplo puede mencionarse la relación con su hijo José Francisco. Aun cuando no pudo convivir mucho tiempo junto a él, como siempre deseó, se preocupó por su educación y estuvo al tanto de sus éxitos escolares. Sobre este tema planteó a uno de sus cuñados:
“…Pepe me escribe todas las semanas, con los mismos puntos y adornos en las letras que hacía yo de muchacho: se acaba de examinar, y está muy contento de su éxito y de un pajarito que se ha traído del campo, y está criando fuera de la jaula.” (Martí, José., 1933. t. II, p. 304-05).
Tres años después, durante una de las estancias de su hijo en Nueva York, le pidió a su amigo Néstor Ponce de León que atendiera sus necesidades como lector: “Me ha salido por hijo un tragalibros, de lo que no me pesa; y quiere que yo le dé estas letras para ir a pedir a Vd. no sé cuántos tomos. Sírvamelo, que por nada puede quedar más agradecido su amigo.”(Martí, José., 1933.t. II, p. 304-05).
Precisamente sobre la lectura de libros se conserva una nota referida a su hijo, donde le aconseja: “Hijo mío, cuando leas esos libros, hinchados, como miembro enfermo, de plañidos;-ten lástima a sus autores; pero desdéñalos. De eunucos, no de hombres, son esos libros.-La vida tiene sus eunucos.”(Martí, José., 1933,OC. 21, p.218).
También el niño Bernardo Figueredo, hijo del patriota Femando Figueredo, recibió la influencia de Martí como promotor del autodidactismo en la formación de niños y jóvenes. En 1892 estimuló sus estudios de artes plásticas, al escribirle a su padre: “A Bernardo le irán los modelos si me cuenta en una carta de su mano todo eso de la Academia de Bellas Artes.” (Martí, José., 1933,EJM. III, 18.OC. p. 21).
Un año después, al visitar este centro en Cayo Hueso, quedó sorprendido “…por el rápido adelanto aquellos apuestos aprendices…” y puso a Bernardo como ejemplo, quien “…hace tres meses no sabía de lápiz, y hoy copia, con el rostro leal y la mirada decisiva, el retrato de Máximo Gómez…” (Martí, José., 1933,EJM. t. III, OC. 2, 197).
También en 1893 le regaló a Bernardo Figueredo el libro Stanley´sStoryorThroughtheWilds of África [Cuentos de Stanley o A través de las zonas salvajes de África], diciéndole: “A Bernardo, que es de los mejores de este mundo, porque es bueno.” (Martí, José., 1933,EJM. t. III, OC. 20, 514).
Entre diciembre de 1893 y enero de 1894 realizó con este niño un viaje por varias ciudades norteamericanas. En el diario de Bernardo quedó reflejado el interés de José Martí por estimular su autodidactismo, entre otros aspectos de su educación. El 27 de diciembre de 1893 anotó la lectura que hizo de “...la geografía que tradujo Martí.” Al mes siguiente, el 3 de enero de 1894, señaló que “...Martí me puso a leer diez capítulos de la naturaleza y la ciencia, en inglés, para que después se lo explicara.”, mientras que el 7 de enero visitaron varios centros culturales y recuerda que José Martí le “...explicaba todo lo que (...) llamaba la atención.”(Martí, José., 1933,EJM. t. III, OC. 20, 514).
Sobre el aprendizaje del niño Alberto Carrillo también Martí influyó positivamente, al promover su autodidactismo mediante el obsequio de varios textos científicos. En agosto de 1891 le regaló el texto A TripAroundtheWorld [Una excursión alrededor del mundo], de George Moarlein, con la dedicatoria: “A Alberto, del amigo que más lo quiere.”(Martí, José., 1933,EJM. t. III, OC. 20, 512).
En 1894 le dedicó la cartilla científica PhysicalGeography, publicada por la editorial Appleton, con estas palabras: “A Alberto, que es un hombre de ciencia.” . .”(Martí, José., 1933,OC. t. 20, 512).También le obsequió TheKnockabout Club in theAntilles, donde escribió “A Alberto querido: este libro con muchos errores y muchas injusticias –pero con unas cuantas palmas.”(Martí, José., 1933,EJM. t. III, OC. 20, 512).
Ese mismo año le envió un ejemplar del libro Antigüedades romanas, de A. S. Wilkins, traducido por él en 1883: “Alberto querido: Tu carta es tan linda que tengo que regalarte este libro que yo mismo traduje. Hay que trabajar mucho para vivir.” (Martí, José., 1933,EJM. t. III, OC. 20, 512).
Los hijos de Máximo Gómez también conocieron del desvelo de Martí porque fueran capaces de aprender por sí. Según una de sus cartas, se conoce que regaló varios libros de ciencia a uno de ellos: “Ahora te mando esos libros útiles. La felicidad de los hombres, y la de los pueblos, está, Máximo, en el conocimiento de la naturaleza.” (Martí, José., 1894,EJM. t. IX, 121). Destacó en otro momento que era un “…niño pensador que a los catorce años adivina el alma de los libros y le ve en ellos la sangre a quien los escribe…” (Martí, José., 1933,OC. t. 5, 121) al resaltar que:
“…él se ha leído toda la vida de Bolívar, todos los volúmenes de su padre; él, de catorce años, prefiere a todas las lecturas el Quijote, porque le parece que ‘es el libro donde se han defendido mejor los derechos del hombre pobre.’” (Martí, José., 1893, OC. t. 4, 449).
Sin embargo, el hijo de Gómez que más se relacionó con él fue Panchito Gómez Toro, de quien el Apóstol diría en 1893 que tenía “…el genio y la virtud en los ojos…”, (Martí, José., 1933, OC. 5, 20) con quien viajó durante varios meses en 1894. Durante este viaje reconoció que “Hay genio en el niño.”, lo cual le llenó de satisfacción: “…es como si me hubieran devuelto el hijo que he perdido.” (Martí, José., 1933, IV, p. 154).También confesó: “No creo haber tenido nunca a mi lado criatura de menos imperfecciones.” (Martí, José., 1933, IV, p. 181). Acerca de la influencia de José Martí sobre Panchito durante este viaje, reconoció Máximo Gómez: “…cuando Francisco volvió al hogar ya se puede suponer como sería: más hombre y más resuelto.”(Gómez, M., 1988.p.176.)
Sobre otros hermanos de Panchito también ejerció José Martí una positiva influencia. En 1895 aconsejó a su madre, Bernarda Toro, acerca de la educación de otros dos, expresándole que Bernardo “…debe seguir aprendiendo a maestro…” y sobre Andrés “…que va a pensar de prisa, y necesita, en cuanto crezca más, de mucho estudio de cosas verdaderas…” (Martí, José., 1933, EJM. V, p.156-57)
También, mediante su epistolario con Manuel Mercado, José Martí promovió el autodidactismo de su hijo mayor. Se preocupó, por ejemplo, por su dominio del idioma inglés, pues sabía que esto le permitiría aprender de forma autodidacta. En 1887 preguntó a su gran amigo mexicano: “No me ha dicho (…) si Manuel, que debe ser ya un perfecto caballero, sabe inglés, ni qué hace y estudia, todo lo cual tendría gusto en saber.” (Martí, José., 1933. CMM, p. 206) Esto le permitió promover su aprendizaje autodidacta, cuando en otra ocasión le comunicó que: “A Manuel, por si sabe inglés, le mando un periódico con láminas de la fiesta de la estatua: y cuando venga el mensajero, le enviaré una de las medallas.” (Martí, José., 1933. CMM,p.187). También se destaca que tenía en cuenta aspectos relativos a su desempeño escolar: “De Manuel me he estado acordando estos días, en que ya empiezan aquí los exámenes.” (Martí, José., 1933. CMM,p. 251)
Durante su visita a México en 1894, José Martí aprovechó las potencialidades educativas de instituciones como el Museo Nacional y la Escuela de Bellas Artes de México para influir de manera positiva sobre los hijos de Manuel Mercado, poniéndolos en contacto con una situación de aprendizaje autodidacta muy utilizada por él a lo largo de su vida. Años después, dos de ellos testimoniaron sobre estas visitas. Según Alfonso Mercado: “Estas visitas eran de gran enseñanza para los que los escuchábamos, porque sobre cada cosa: una piedra, un ídolo, un cuadro; aquel hombre nos hacía sabias explicaciones, nos daba antecedentes, nos hacía historia sobre aquellos objetos y parecía no un visitante extranjero, sino un sabio y un profundo director de cada establecimiento.” (Mercado, A ,1998p.111).
Por su parte, Ernesto Mercado, señaló:
“Habiendo expresado sus deseos de visitar el Museo Nacional, a invitación que nos hizo, lo acompañamos un domingo por la mañana. Lo primero que allí se exhibe es la Sección de Arqueología de origen azteca, en donde resalta por sus grandes proporciones la Piedra del Sol o Calendario Azteca. Al encontrarnos frente a ella inició el Sr. Martí sus explicaciones tan claras sobre el significado de las numerosas figuras talladas en la piedra que propiamente fue una verdadera cátedra de Maestro que domina absolutamente la materia; y desde sus primeras palabras los visitantes extranjeros y mexicanos fueron agrupándose a escuchar con el mayor respeto aquella voz que atraía por lo agradable de su timbre y por la sabiduría que derramaba tan abundante; y tantas cosas tuvo que decir sobre aquel monolito que al continuar el recorrido de ídolos y fieras esculpidas también por los aborígenes, la mañana estaba ya tan adelantada que hubo que suspender aquella visita que nos hizo admirar más la profunda erudición de aquel inesperado maestro de nuestra historia.” (Mercado, E, 1971, p.151).
En las cartas enviadas a las hermanas Mantilla en 1895, también envió consejos a un niño de apellido Soto, hijo de Marco Aurelio Soto, quien fuera presidente de Honduras. En estos consejos indirectos, Martí también demuestra la importancia que concedió al aprender por sí y la presencia de esta dimensión dentro de sus ideas sobre el autodidactismo.
En 1893 José Martí se refirió a la visita que realizara a Nueva York el expresidente Soto, con el objetivo de “…ver al hijo a quien tiene, estudiando realidades, en el colegio de Estrada Palma…” (Martí, José., 1933, CMM. OC. 8, p. 238).Al año siguiente, al comentar sobre los exámenes del Central Valley College, destacó al “…hijo de Marco Aurelio Soto, el presidente hondureño que tuvo de hermanos en el país a nuestros héroes vencidos…” (Martí, José., 1933, OC. 5, p. 431).
En sus cartas a las hermanas Mantilla en 1895, envió consejos a un joven de apellido Soto, que debe ser el mismo citado anteriormente, relacionados con sus estudios. A Carmen Mantilla le pidió el 2 de febrero de 1895 que hiciera llegar: (Martí, José 1895, EJM. V, 58) “Un recuerdo al estudioso Soto.” y al mes siguiente le insistió: “A Soto, que estudie, hasta que su padre lo respete.” (Martí, José 1895, EJM. V, 92) Por último, el 9 de abril le encargó que le ratificara su “…confianza en que, por su voluntad propia, sabrá demostrar que vale más de lo que los suyos suponen, y que la energía de su decoro iguala en él la claridad de su inteligencia y la bondad de su alma. Que se ponga en pie, y luzca en un año. Que aprenda…” (Martí, José. 1895, EJM. V, 150)
En sus cartas a las niñas Carmita y María Mantilla, ejemplos de su amor a la niñez, José Martí dejó constancia de sus ideas sobre autodidactismo y de su interés porque ellas fueran capaces de aprender por sí mismas.
Lo anterior se evidenció principalmente en sus cartas a las hermanas Carmita y María Mantilla. Debe señalarse en este sentido su esfuerzo para que aprendieran idiomas extranjeros, labor que inició en 1894, al escribirle a esta última que, durante uno de sus viajes, debía resolver “…el ejercicio en francés de cada día, que hayas escrito con su fecha al pie…” (Martí, José, 1895, EJM. IV, p.51) actividad que le orientó para que estudiara de forma independiente.
En 1895, en medio de sus labores revolucionarias, dedicó a estas niñas varias misivas. A María le confesó su intención de comunicarle todos los detalles de su viaje y le trasmitió valiosos consejos, como que debía “…valer tanto como quien más valga, que es cosa que en la mayor pobreza se puede obtener, con la receta que yo tengo para todo, que es saber más que los demás, vivir humildemente, y tener la compasión y la paciencia que los demás no tienen.” De esta forma le enfatizó la necesidad del estudio para saber cada día más y ser mejor, lo cual ratificó al presentarle su propio ejemplo personal. Una orientación concreta que le trasmitió para estimular su aprendizaje autodidacto, fue que, con un diccionario y libros de geografía, desarrollara “…un trabajo de cariño (…), -y es que vayas haciendo como una historia de mi viaje, a modo de diccionario, con la explicación de los nombres curiosos de este viaje mío.”, cuyo resultado sería “…un libro curioso, e irás pensando en mí.”
(Martí, José, 1895. EJM. V, p. 55 y 56). En su respuesta a esta carta María le plantea: “He buscado las palabras que Usted me dijo, y he escrito lo que significan. (...) Yo sigo estudiando mi piano. Estoy aprendiendo la polonesa de Chopin la cual es muy bonita. Voy a ver si consigo esa ‘Marcha Indienne’ que Usted me dice para aprenderla con Carmita. Muy pronto voy a acabar el libro que estoy leyendo (sic) en francés, que es ‘Cadicho’. Carmita también esta acabando ‘Francois le Bosú’. Ubaldina dice que ella tiene un librito francés que me va a prestar para que yo lea. Yo no secomo se llama.” (Rodríguez, R.,2001. p.3)
A Carmita Mantilla le enfatizó la necesidad de aprovechar sus: “…libros útiles. Tu misma te estimas más, y te respetas más desde que estudias y sabes. Eso quita penas, y da autoridad y ventura. Sólo el desocupado es desgraciado.-Deja que otras malgasten la existencia,-y tú, vela con lástima,- levántate de donde estén los malignos y los ociosos, y no dejes de crecer un solo día.” (Martí, José. 1895. EJM. V, p. 57). Lo mismo le escribió a María: “Que te respeten todos, por decorosa y estudiosa.” (Martí, José. 1895. EJM. V, p. 91), con lo cual resaltó ante sus ojos el valor del estudio por su contribución a la formación de sus sentimientos, a su educación integral.
En la carta a María Mantilla del 9 de abril de 1895, considerada su testamento pedagógico , José Martí demostró la importancia que concedió a la promoción del autodidactismo en niños y jóvenes. En este sentido, sobre la base de orientaciones y útiles consejos, incidió también en su formación ética. “Elévate, pensando y trabajando”, le aconsejó. Para ello no sólo le trasmitió consejos o le orientó tareas, también le envió libros y le gestionó suscripciones a revistas para niños, como el PetitFrancais. Más adelante describió dos libros que le enviaba. Sobre el primero comentó: “Un libro es L’Histoire Générale, un libro muy corto, donde está muy bien contada, y en lenguaje fácil y limpio, toda la historia del mundo, desde los tiempos más viejos, hasta lo que piensan e inventan hoy los hombres.”, calificándolo de “…texto claro y completo de la historia del hombre, mejor, y más atractivo y ameno, que todos los libros de enseñar historia que hay en castellano…” Después le indicó esta tarea: “…yo quiero que tú traduzcas en invierno o en verano, una página por día; pero traducida de modo que la entiendas, y de que la puedan entender los demás…”, lo cual sería muy útil, pues le permitiría “…entender, entero y corto, el movimiento del mundo…” Destacó además otros contenidos que podía aprender a partir de la actividad orientada, como la música: “…el libro te entretendrá, sobre todo cuando llegues a los tiempos en que vivieron los personajes de que hablan los versos y las óperas. Es imposible entender una ópera bien (…),-si no se conocen los sucesos de la historia que la ópera cuenta…”(Martí, José, 1895, EJM. V, 145, p. 145-46,146) con lo cual resaltó la necesidad de estudiar con profundidad e integralidad, para poder aprender con más satisfacción e interés.
Al presentarle el otro texto escribió: “…es un libro de 300 páginas, ayudado de dibujos…”, reflejo de “…lo mejor –y todo lo cierto- de lo que se sabe de la naturaleza ahora.” Sobre sus méritos le declaró que era mucho mejor que las célebres cartillas de Appleton, al ser “…más corto, más alegre, más lleno, de lenguaje más claro, escrito todo como se lo ve.”, para entonces orientarle: “Lee el último capítulo, La PhysiologieVégétale,- la vida de las plantas, y verás qué historia tan poética y tan interesante. Yo la leo y la vuelvo a leer, y siempre me parece nueva...” (Martí, José, 1895, EJM. V, 145, p. 145-46,146). Este libro de ciencias le sirvió como pretexto para enfatizar la necesidad de conocer la naturaleza para valorar su belleza: “Donde yo encuentro poesía mayor es en los libros de ciencia, en la vida del mundo, en el orden del mundo, en el fondo del mar, en la verdad y música del árbol, y su fuerza y amores, en lo alto del cielo, con sus familias de estrellas,-y en la unidad del universo, que encierra tantas cosas diferentes, y es todo uno, y reposa en la luz de la noche del trabajo productivo del día. Es hermoso, asomarse a un colgadizo, y ver vivir el mundo: verlo nacer, crecer, cambiar, mejorar, y aprender en esa majestad continua el gusto de la verdad, y el desdén de la riqueza y la soberbia a que se sacrifica; y lo sacrifica todo, la gente inferior e inútil.”
También le permitió influir positivamente en su educación ética y estética: “Es como la elegancia, mi María, que está en el buen gusto, y no en el costo. La elegancia del vestido,-la grande y verdadera,-está en la altivez y fortaleza del alma. Un alma honrada, inteligente y libre, da al cuerpo más elegancia, y más poderío a la mujer, que las modas más ricas de las tiendas. Mucha tienda, poca alma. Quien tiene mucho adentro, necesita poco afuera. Quien lleva mucho afuera, tiene poco adentro, y quiere disimular lo poco. Quien siente su belleza, la belleza interior, no busca afuera belleza prestada: se sabe hermosa, y la belleza echa luz.” Al final le destacó que: “Y esa naturalidad, y verdadero modo de vivir, con piedad para los vanos y pomposos, se aprende con encanto en la historia de las criaturas de la tierra.” (Martí, José, 1895, EJM. V, 145, p.147-48)
Otro aspecto importante de la promoción del autodidactismo que desarrolló José Martí en sus cartas a María y Carmita Mantilla, fueron sus consejos sobre la escuela que él quería que ambas fundaran, pues les aconsejó que sólo al estudiar de forma sistemática tendrían éxito en este proyecto. En la carta del 9 de abril, a propósito del texto de ciencias naturales que les envió, les planteó: “Lean tú y Carmita el libro de Paul Bert-a los dos o tres meses, vuelvan a leerlo; léanlo otra vez, y ténganlo cerca siempre, para una página u otra, en las horas perdidas. Así sí serán maestras, contando esos cuentos verdaderos a sus discípulas, en vez de tanto quebrado y tanto decimal y tanto nombre inútil de cabo y de río que se ha de enseñar sobre el mapa como de casualidad, para ir a buscar el país de que se cuenta el cuento, o donde vivió el hombre de qué habla la historia. Y cuentas, pocas, sobre la pizarra, y no todos los días. Que las discípulas amen la escuela, y aprendan en ella cosas agradables y útiles.”
Más adelante, insistió con frases que son orientaciones acerca de cómo debe dirigirse la educación de las niñas y niños de manera que se estimulen sus deseos de aprender cada día más: “…una clase de geografía, que fuese más geografía física que de nombres, enseñando como está hecha la tierra, y lo que alrededor le ayuda a ser, y de la otra geografía, las grandes divisiones, y esas bien, sin mucha menudencia, ni demasiados detalles yankees,-y una clase de ciencias, que sería una conversación de Carmita, como un cuento de veras, en el orden en que está el libro de Paul Bert, si puede entenderlo bien ya, y si no, en el que mejor pueda idear, con lo que sabe de las cartillas, y la ayuda de lo que en Paul Bert entienda, y astronomía.” Les recomendó incluso los libros que podían consultar para desarrollar su labor educativa: “Para esa clase le ayudarían mucho un libro de ArabellaBuckley, que se llama “TheFairy-Land of Science”, y los libros de John Lubbock, y sobre todo dos, “Fruits, Flowers and Leaves” y “Ants, Bees, and Wasps”. Imagínate a Carmita contando a las niñas las amistades de las abejas y las flores, y las coqueterías de la flor con la abeja, y la inteligencia de las hojas, que duermen y quieren y se defienden, y las visitas y los viajes de las estrellas, y las casas de las hormigas. Libros pocos, y continuo hablar.” Por último, le pidió a María que pensara en la posibilidad de enseñar francés, recordándole el método que utilizó al enseñárselo a ella: “¿Y si tú te esforzaras, y pudieras enseñar francés como te lo enseñé yo a ti, traduciendo de libros naturales y agradables?”
Fue la relación de Martí con los niños y niñas mencionados, lo que hizo que en 1894, al mencionar a otros que conocía y que hubiera querido educar, declarara a uno de sus amigos que “...si no tuviésemos ahora esa otra hija triste, que nos pide cuanto tiempo y brío tengamos para redimirla.” (...) "Con ellos me hubiera ido a un rincón de la naturaleza, a desenvolverles en el estudio directo de las fuerzas del mundo, el juicio cordial y equilibrado.”(Martí, José, 1894. EJM, IV, 89 y 90).
Esta permanente promoción del autodidactismo en los niños ha sido la clave para sospechar de un posible viaje de Martí a La Habana en 1894, lo cual no se ha demostrado. Fina García Marruz aportó esta anécdota: “Cuando yo era niña, mi padre me contaba que él solía estudiar, de pequeño, con un hijo de Amelia Martí, Y que tenía el recuerdo borroso de haber visto en una ocasión a un extraño a la casa, un hombre extraordinario parecido al que después reconocería por los retratos, pasearse febrilmente, las manos a la espalda, una habitación contigua a la que ellos estudiaban, con aire de reserva y respeto. Un día salió de su apañamiento, y, acercándose con datura a los niños, les preguntó qué estudiaban. 'Historia Natural', contestaron. Y que entonces, cogió el libro de texto en sus manos, y repasando con interés sus hojas, al parecer con algún disgusto, dijo al hijo de Amella: 'Yo te regalaré uno mejor. Y en efecto, poco después le entregó un libro no muy grande, pero nutrido con numerosas láminas coloreadas que llevaban en fila las dobles páginas al abrirse, en cada una la figura y el nombre de cada especie animal distinta. Papá me cuenta que vio con codicia el libro, ya que siempre fue muy lector, y aquel era además muy hermoso, el señor se disponía a dedicarlo al hijo de Amelia cuando alzando la vista vio al niño mirarlo con deseo, por lo que cree varió en ese mismo momento de propósito pues se te dedicó a los dos, aunque el sobrino fue el que lo conservó consigo y él no te tuvo en su poder nunca. Siempre he creído que aquel hombre era Martí, o algún familiar o amigo muy parecido, pero las fechas no concuerdan -decía mi padre,” (García Marrus. F., 1995, p.3)
A Fina, este relato le “...pareció que tenía un peculiar 'aroma' martiano.”, entre otras cosas por “...su conocido interés porque los niños leyesen no sólo buenos textos, sino textos atractivos, que te hiciesen tomar temprano gusto por el conocimiento.”(García Marrus. F., 1995, p.3)
CONCLUSIONES
La labor de José Martí como promotor del autodidactismo en niños y jóvenes, quedó evidenciada los ejemplos anteriores. Mediante ellos se demuestra cómo, a lo largo de su vida y sobre todo en los años de 1893 a 1895, influyó de manera positiva en el aprendizaje de los niños y jóvenes que le rodearon, quienes sintieron y agradecieron su influencia paternal, así como su magisterio inolvidable.
Esto formó parte importante de su proyecto alternativo de educación familiar, se manifestó en su labor educativa y demuestra la significación de sus ideas sobre el autodidactismo en su concepción de la educación. Se destaca la utilización de su epistolario en este sentido, a partir de referencias sobre la necesidad de la lectura, sobre lo cual formuló consejos, ofreció orientaciones y destacó la importancia educativa de determinados textos.
Sobresalen sus ideas en relación con la necesidad de estudiar para ser mejores, el obsequio de libros y revistas, el elogio a la constancia en la dedicación al estudio, su interés por conocer los avances escolares de estos niños y jóvenes, los consejos a sus padres, así como la demostración de la utilidad de conocer la naturaleza y de visitar museos y exposiciones. De esta forma contribuyó a que fueran capaces de aprender por sí mismos, a su libertad de pensamiento y a su educación integral como mejores seres humanos.
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